Purgatorio

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Oscuridad. Silencio. Esas dos descripciones utilizaría para referirme a este lugar tan extraño para mi. La primera vez que llegué a este lugar me sentí tranquila, pensé que todo había terminado, el sufrimiento, el dolor, lo emocional, los recuerdos que habían dejado huella en mi mente, jamás se irán.

He escuchado que pronto ya no se sabrá que fue de uno, que hizo en su vida -cuando lo estaba-, ¿acaso el hombre de haya sabrá que fue un escritor reconocido que ganó bastantes premios?, o tal vez ¿esa chica de mi derecha, a unos 3 metros, recordará que su familia aún la extraña? Nadie lo sabe en este lugar, es frío y torturador, tétrico y solo- a pesar de la gran cantidad de personas, no, almas pérdidas, rondando, como si buscarán algo en específico-.

Siento que solo he llevado una semana aquí en este agujero, pero la marca que me fue otorgada en mi tobillo desde que vine, dice que llevo 2 meses, 17 días, 6 horas, 43 minutos, 10 segundos, 11, 12, 13, 14...y siguiendo.

He conocido a un chico en mi día 3 de mi tercer mes, lo he visto en algún lugar, lo podría jurar; creo que lo vi por aquí bastantes veces que he caminado y no me di cuenta totalmente de su presencia, pero mi subconsciente al parecer si. Lo veo mirando de un lado a otro, hacia arriba, hacia la izquierda y derecha, finalmente hacia abajo, ve hacia su tobillo, y bruscamente se deja caer en el suelo creando una nube de polvo negro-grisaceo y solo se desvanece en el aire, como si fuera parte de él. El chico mira con horror su marca, ¿cuanto llevará aquí? ¿poco?, ¿mucho?, ¿acabará de llegar? Se recuesta en el suelo mugriento, otra nube de polvo se alza, más pequeña esta vez. Me le quedo mirando un buen rato y unos minutos después voltea bruscamente hacia mi dirección, me exalto y por alguna extraña razón me escondo detrás de un árbol robusto y alto, mi corazón se acelera, siento como golpea mi pecho con adustez, ¿por qué me asusté? ¿por qué me escondí? ¿Cómo es posible que sienta los latidos si se supone que estoy muerta? ¿De qué morí? Todas esas preguntas aparecen como por arte de magia, fueron tan rápidas que apenas pude procesarlas. Escucho pisadas, son algo silenciosas pero que se logran escuchar levemente, se detiene y un poco de polvo rodea la parte baja del tronco negro del árbol muerto en donde estoy escondida, miro mis pies descalzos, sucios, maltratados, ya no siento tanto dolor como antes.

-Se que estás ahí. Sal.

Una simple orden, proveniente de una voz gruesa, dulce, conocida. Salgo de mi escondite. Él me examine de arriba hacia abajo, ambos estamos descalzos, como todo ser que recorre estos lugares tan sombríos. No puedo más que mirar sus pies.

-Mis ojos están arriba, no en el suelo._ Levanto levemente mi mirada y se conecta con la de una oscura; ojos negros, profunda, como si fuera una clase de extraterrestre, pero aún con la cornea visible. No digo nada.

-¿Hablas?_ Asentí. Se cruza de brazos._ ¿Recuerdas como te llamas?

-¿Cómo no podría recordarlo? Es mi nombre._ Me percato que no siempre será así, cierto, no llevo tanto tiempo como otros, que quizá llevan años, siglos aquí y de seguro ya no recuerdan lo que son._ Tamara.
-Evan.

No decimos nada más. Empiezo a caminar y me alejo de él. Me toma de la mano y yo volteo.

-Nos conocemos.

-No es cierto._ afirmo, aunque algo en mí me dice que si, hasta yo misma lo confirme cuando lo miraba de lejos, preguntándome cuanto llevaba aquí.

-Tu mirada te delata._ una sonrisa leve que poco después desaparece para regresar a la seriedad.

-Muchos de aquí se conocen y no se hablan y no toman de la mano a la persona que suponen conocer._ Jalo bruscamente mi brazo, su piel me quema por el roce, ¿por qué sigo sintiendo dolor físico? ¿por qué no siento ese dolor cuando camino en el suelo seco, si mies pies están descalzos?

Once Upon A Story....Donde viven las historias. Descúbrelo ahora