DIOS ESCRIBIO MI NOMBRE A LADO DEL TUYO

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El cielo azul, siendo adornado por pequeños algodones blancos, que esconden tenuemente una gran esfera que irradian vida y calor, era la vista perfecta para un día tranquilo.

Mis ojos viroteaban por todo el cielo, como si Dios estuviera hablando con migo, dándome conforte con sus palabras, adversion al infierno, y un gran amor por la humanidad.

Soy una persona que nunca ha experimentado un día desagradable, y hoy no sería la excepción.

Caminaba por los umbrales y pasillos de la capilla de south park, que los rayos de luz recibían naturalmente como cada mañana, cada paso que daba se escuchaba un sonoro eco que recorría las habitaciones vacías.

Al girar a la derecha, para dirigirme habitualmente a mi despacho, prepararme para poder hablar hacia el mundo sobre la salvación y vida eterna, me encontré con el obispo Clyde.

Que como siempre, tenía un gran semblante sonriente adornando su regordete rostro

"Buenos días Craig! "

"Buenos día Clyde..."

Emboce una leve sonrisa, apresuró su andar hacia mi, después, empezó a caminar a mi lado y hablar

Sus palabras salían como agua fluida, tan normal, así es como hablaba un hombre sin remordimientos, libre de pecados, no tenía nada que esconder, no se arrepentida de nada, o puede que fuera tan feliz que nada le importaba.

"Hoy lo noto más feliz, obispo"

"A....si...pues...jeje"

Se rasco levemente su mejilla mientras aparecía un pequeño sonrojo en esta, algo había pasado que le alegro mucho el día

Seguimos nuestro andar, hasta llegar a un corredor de donde se habría la puerta, de ahí, como si fuera un salón de clases al tocar el timbre, salió un grupo de monjas, conversando y riendo entre ellas,

Al pasar a lado de todas ellas, gustosamente nos saludaron, dedicandonos unas sonrisas en sus pulcros dientes

No pude evitar buscar con mi mirada a aquella chica que se robaba mis suspiros.

No parecía estar entre ellas, pero como saberlo?, si sólo he visto sus ojos.

Esos ojos que hipnotizan, tan hermosos, perfectos, misteriosos y cálidos, lo son todo.

"Que buscas amigo?"

Pregunto mi amigo algo curioso, pues no quitaba mi vista de aquel grupo de chicas.

"No es nada, sólo pensaba"

"Bien señor pensador, iré a cambiarme de ropa para abrir las puertas, tu ve preparándote, no querras equivocarte!"

Me dio unas fuertes palmadas en la espalda, ya que, aunque fuera más bajo que yo, tenía una fuerza contundente

Se alejó para luego perderse entre su oficina, decidí seguir mi camino principal y llegar a la capilla.

LA MUJER DEL VELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora