6. fantástico

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Cuando abrí los ojos y no vi mi lámpara colgada del techo me asusté, cuando me incorporé levemente sintiendo el dolor de cabeza y vi que no estaba en mi casa, me asusté el doble y empecé a sacar conclusiones. Lo último que recordaba era Nate.

— ¿Hola?— pregunté no muy alto para que no me hiciese daño mi propia voz, nadie respondió. Salí de la cama y vi que estaba a mitad de quitarme lo que llevaba puesto. ¿Donde me podía encontrar? Me puse de pie y avancé hasta el marco de la puerta, esta estaba abierta por lo que al salir pude ver un pasillo que tenía algo de familiar en mi. Seguí avanzando hasta llegar a una cocina abierta al salón y ahí, suspiré tranquila.

Esta parte de la casa sí que la conocía, era la casa de Lottie.

Pasé por detrás de la barra que se encontraba separando la cocina y el salón y casi me da un infarto. Nate se encontraba tirando en el suelo de la cocina.

— ¿Qué haces aquí?— chillé provocando que él se moviera incómodo y abriera levemente un ojo, para luego cerrarlo, para en el próximo segundo incorporarse asustado.

— ¿Nasha?— me chilló de vuelta y empezó a mirar a todos lados asustado — ¿Dónde estamos? ¿Por qué estoy en el suelo? ¿Qué hora es? ¿Cómo he llegado aquí?

Empezó a aturdir mi mente de preguntas y levanté las manos mientras cerraba los ojos, dándole a entender que eran demasiadas preguntas. Él suspiró y se levantó. Yo suspiré con él y me apoyé en la barra de mármol.

— Estamos en la casa de mi mejor amiga, se llama Charlotte y ayer también estaba en la fiesta, no sé qué haces aquí, ni porqué estás en el suelo y mucho menos qué hora es.— dije y él me miró algo confundido — ¿Tú tampoco recuerdas nada?

Pregunté con un mínimo de esperanza pero su expresión me la quitó completamente.

— Después de conocerte no hay nada.

Elevó los hombros y se pasó una mano por la cara, asentí mirando al suelo.

— Espera aquí, voy a buscar a Lottie. — salí de la cocina y entonces pensé que él también tendría una resaca de mil demonios — ¡Hay pastillas en el tercer cajón!

(***)

— Nasha, por fin apareces, ayer intenté llamarte pero no lo cogiste. ¿Se puede saber dónde estabas?— me preguntó Deliah, mi jefa, nada más entré en el hospital esa misma tarde. Bufé, su voz no era lo que preferiría escuchar hoy, la verdad.

Esta mañana encontré a Lottie dormida en el suelo del cuarto del baño, y cuando la desperté y la conté que Nate estaba en su cocina se asustó casi tanto o más que yo, por lo que llegué a la conclusión de que ella no recordaba nada tampoco. Fantástico. Ninguno sabíamos cómo habíamos llegado ahí, era simplemente fantástico.

Me quité mi abrigo y entré en mi despacho, ella me siguió esperando una respuesta. Cuando terminé de acomodar mis cosas respondí.

— Estuve en un cumpleaños.

No es mentira del todo.

— ¿Y no podías responder el teléfono? ¿Qué hay más importante que la salud mental de tus clientes?— cuestionó y la miré con el ceño fruncido, analizando su cara. Terminé rodando los ojos cuando llegué a la conclusión de que mi propia salud mental era más importante.

Síndrome de Münchausen; jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora