Capítulo 33: Ella es mía.

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DAYAN

Isaura me miró y me hizo un gesto que al principio no supe interpretar, parecía como si hubiera tomado una decisión, como si el valor hubiese llegado a su rostro de repente.

Entonces ella golpeó el costado de aquella arpía y esta la liberó del brazo que la apretaba el cuello. Pero seguía teniendo el cuchillo y no la iba a dejar irse tan fácil.

Entonces mi cuerpo empezó a reaccionar. Mientras veía como aquella asquerosa mujer intentaba arrebatarme la razón de mi existencia, empezaba hacer que las ramas se movieran como si fuesen extensiones de mi brazo. Igual que había hecho antes con los sombras que estaban en mi casa, las ramas que mandaba en su dirección iban a ras del suelo, para que ella no pudiese verlas.

Isaura se cayó en un intento de esquivar el cuchillo. Tenía que darme prisa, ví la decisión en la mirada de la arpía, ella iba a matarla.

Entonces algo me distrajo por un segundo, Isaura la desafiaba con la mirada, era como si la amenazara con los ojos, como si dijera que la perseguiría viva o muerta.

Pero no podía perder la concentración, debía de seguir con las ramas. Justo cuando aquella arpía levantó el cuchillo y empezó a descenderlo hacia el corazón de Isaura, una rama salto del suelo, como si fuese una serpiente, y se ató a su muñeca mientras con un tirón la mandaba volando varios metros hacia atrás.

Otra rama se deslizó por el suelo y se ató a su otra muñeca y dos más se ataron a sus tobillos. La dejé suspendida en el aire, atada de pies y manos formando una gran X. Solo por si acaso, até otra a su cintura y otra a su cuello, pero sin apretar, solo para sujetarla e impedir que se moviera. Aun no había acabado con ella.

Pero lo primero era Isaura, tenía que saber que estaba bien, tenía que tenerla entre mis brazos aunque solo fuera por unos segundos.

Fui hacia donde estaba tirada en el suelo y vi como su cara mostraba miedo y algo de angustia.

- Pensé que iba a morir y no me importó. – dijo nada más llegar a su lado.

Entonces la levanté del suelo y la sostuve entre mis brazos. ¿Cómo era posible que no le importase?

- No confundas coraje y valentía con insensatez. Creo que has sido valiente. – la dije para animarla.

Ella se apretó mucho más fuerte a mí. La acaricié mientras comprobaba el estado de los sombras que había alrededor.

- Quédate aquí un segundo, intenta despertar a Malak. – la dije mientras me encaminaba hacia los sombras.

No quería que ella viera lo que estaba apunto de hacer, no quería que tuviera que cargar con más muertes, aunque se tratase de sombras.

Todos estaban repartidos en un amplio círculo alrededor del claro. Empecé por los que había a la derecha de la arpía, que ahora colgaba por el aire. Había cuatro sombras a cada lado del pequeño claro y uno enfrente de donde estaba ella colgada, en total nueve y todos inconscientes.

Me acerqué al primero y una rama con la punta afilada le atravesó el pecho. Ni siquiera sufrió, su cuerpo dio un simple espasmo y su pecho dejó de moverse. Di unos cuantos pasos más y me encontré al segundo, estaba de costado y no le veía el rostro, pero así era mucho mejor. La misma rama que había atravesado al primero, que me seguía como una fiel serpiente, atravesó al segundo y luego al tercero y luego al cuarto y así hasta que solo me quedaron dos.

Había dado toda la vuelta al pequeño claro y ahora estaba a la izquierda de la arpía colgante. Entonces mi cuerpo se tensó, oí un ruido de pisadas que venía del interior del bosque. Intenté ver de qué se trataba ese ruido, quizás fuese un animal, pero ningún animal se atrevería a acercarse tanto a nosotros.

Saga Elementos II: Tierra y AireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora