Castigo

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Otra misión, otra batalla, otro accidente, otra discusión. El ruido del disparo casi lo deja sordo, aunque la bala casi le arranca la oreja si no se hubiera quitado. Otra pelea dónde tratan de matarse mutuamente que termina con alguno de los dos acorralado y besándose de tal manera que pareciera que fueran a arrancarse los labios.

Yi estaba molesto, ¿cómo no estarlo? Aunque a estas alturas es normal que se enoje, Jhin era metódico y calculador pero infinitamente torpe a la hora de trabajar con alguien más. El ex maestro caminaba como un depredador al asecho detrás del artista mientras recorrían su camino a la habitación, y aquella fuerte y pesada presencia traía escalofríos que le recorrían por la espalda a Jhin.

Entraron casi tumbando la puerta y azotándola detrás al cerrarla, el virtuoso simplemente sentía una callosa mano sobre su cuello, guiándolo hasta que lo tumbó sobre la cama, aún aquella mano en posición, ahorcándolo ligeramente, apretando un poco más cuando levantó la mirada hacía Yi.

Siete ojos morados lo veían desde el visor del ex maestro, ajustándose y girando para ofrecerle al espadachín el detalle que él quería observar. Apretó más su cuello al punto que el virtuoso emitió un quejido al sentir la presión en su manzana de adán.

Jhin había removido su máscara en el momento que se besaron en el callejón, pero aún traía puesta la malla que usaba debajo por lo que su respiración no era la mejor en ese momento, ¡ah! pero cómo le gustaba esa sensación de ahorcamiento. Entrecerró los ojos cuando Yi volvió a apretar, su mano era fuerte y no le costaba ahorcarlo sólo usando una, la mente del virtuoso se volvía difusa, ligera, otro quejido, otro intento por lograr respirar.

Sintió el peso de Yi reacomodándose de tal manera que ofreciera más presión en su agarre y apretó más nuevamente. El artista jadeo con dificultad, se escuchaba el gruñido de su voz ante el esfuerzo sin éxito por respirar y estaba a punto de agarrar la muñeca ajena cuando le soltó.

Jhin respiró una bocanada de lo que más pudo de aire a través de la malla y mientras tanto, entre su desesperado respirar, notó que los siete ojos morados eran desplazados y en su lugar quedaron dos ojos de un verde impar, no logró observar más allá antes de que el ex maestro subiera la malla y tapara su vista, liberando sólo su boca. Por fin aire fresco llegaba a sus pulmones pero aquel gusto duro poco cuando sintió un par de labios que se hacían con los suyos.

Sabía que Yi lo tenía atrapado entre sus piernas ya que podía sentir su calor rodeándolo y sus bocas rápidamente exigían más, no fue un beso lento si no desde el inicio era profundo y demandante, siendo pura lengua y roce de dientes ante la agresividad. Las manos de Jhin empezaron a vagar por los muslos ajenos, subiendo hasta su trasero.

- No... -

Se escuchó la negación en la ronca voz del espadachín, fue como un profundo rugido que vibraba en su pecho antes de alejar las manos ajenas de manera agresiva. No quería que lo tocara, eso estaba más que claro. Yi terminó el beso tras morder el labio opuesto, dejando una pequeña herida de la que brotó sólo una gota de sangre que saboreo Jhin al pasar su lengua sobre el daño.

Al alejarse, Yi permaneció un momento sentado sobre el virtuoso hasta que sus manos empezaron a trabajar en deshacerse de su ropa; desabrochando su capa, removiendo los agarres de cuero que mantenía la armadura en su lugar, las cuatro balas sobre su hombro ya estaban desacomodadas desde el momento que cayeron en la cama, los empaques vacíos tras usarlos.

Yi conocía cada pieza de armadura que usaba y no batallaba en removerla de inmediato hasta dejar a Jhin con sus ropas más simples. Quitó el cinto y lo usó para atar las manos del artista a la cabecera de la cama. No hubo resistencia alguna, sólo una pequeña risa cuando este se dio cuenta de lo que el otro hacía.

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