Día 3 - Vela

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Un escalofrío me despierta de mi letargo y cabizbaja le doy la espalda al mar al alejarme.

Giro la llave en la cerradura y entro al cuarto de pensión que me cobija desde los últimos meses, mi compañera duerme. Me acuesto en mi cama y mi mente se pierde entre recuerdos y sensaciones, volviéndome imposible conciliar el sueño. Salgo del cuarto y me siento en el jardín, la oscuridad apenas es rota por la pequeña llama de la vela que llevo en mis manos.

El aire del mar llega incluso hasta aquí, por lo que cierro los ojos y aspiro profundamente. Un punzante ardor me sobresalta y contemplo una gota de cera enfriándose en mi mano. La pequeña llama baila al son del viento que la envuelve, la enreda, la embriaga, por momentos la hace sentir tan grande, por momentos la lleva al borde de la muerte sin matarla y apenas ella se recupera, él vuelve a envolverla.

¿Será que acaso nosotros fuimos alguna vez como el viento y la vela?

Dirijo mis ojos al cielo y pienso en tu mirada de brujo, en la forma en que me envolvías con las palabras más dulces, en tu silueta alejándose de mí, llevándose con ella el calor y la luz.

Cuando vuelvo a mirar mis manos, la llama ya no existe, la vela se ha apagado, el viento logró matarla... No, tu no lograrás matarme.

Una palabra por 30 días - desafío de escrituraWhere stories live. Discover now