Su mano se movía ansiosa sobre el papel especialmente seleccionado para el trabajo, el lápiz resbalándose de sus palmas debido al sudor producidos por los nervios, la ansiedad. Sabe que debe apurarse, que tiene que ser rápido con los trazos, con captar cada pequeño detalle. No tiene mucho tiempo.
Dibujarlo era un desafío, uno que internamente amaba con locura. Tenia tantos bocetos sin terminar y algunos retratos ya finalizados, pero ninguno de ellos podía captar lo que el deseaba.
No se sentía satisfecho con lo que lograba crear, esos dibujos no le hacían justicia a lo que sus ojos fascinados veían por aquella vieja, sucia y algo agrietada ventana. Las lineas varias veces borradas y garabateadas no lograban asemejarse a aquellos rasgos dignos de ser admirados y venerados; o quizás si lo hacían, tal vez el rostro si se parecía, pero ante su mirada las ilustraciones no igualaban tal belleza.
Remoja sus labios resecos con su lengua, traga saliva intentando aliviar la aspereza que invade su garganta. Sus ojos se pasean entre el cristal y el papel, una y otra vez, sin descanso ni contemplación.
El trozo de madera se cae de la mano temblante y lanza una maldición al aire, prácticamente lanzándose en su búsqueda inmediata.
Cuando se pone firme en la silla chirriante su vista se posa en el esbozo. Sus grandes, largos y habilidosos dedos acarician con suavidad aquel rostro, casi como si ,a pesar de ser solo un dibujo, fuese a quebrarse. Era cuidadoso en aquel tacto, porque sabia muy dentro de si que era lo mas cerca que podría llegar a estar de tocar aquellas facciones tan perfectas.
Podría llegar a sonar algo superficial admirar de aquella forma el físico de alguien, pero aquel moreno muchacho no solamente poseía una belleza común y corriente, esto era mas, mucho mas.
ChanYeol jamas había visto en su vida algo igual, ni siquiera que se le asemejase ligeramente. En momentos llego a pensar que el prostituto que se paraba en la vereda de enfrente a buscar algún cliente era un tipo de ser de otro mundo (un dios o un ángel), solo porque no podía explicar ni describir lo suficientemente bien aquel rostro.
A pesar del tono no tan saludable de su piel, de sus labios a veces lastimados, de su mirada perdida, quebrada y rota, su preciosidad lo sorprendía cada día mas. Detestaba no poder ver esa belleza al cien por ciento, odiaba cuando sus ojos se notaban tristes y decaídos, cuando los golpes sobresalían de entre la ropa.
Quería hacer algo por el, mas que solo dibujarlo en secreto todas las noches. Pero era cobarde, inseguro de si mismo y de los demás, un tipo que no podía afrontar sus problemas ni sus deseos. Y no podía evitar odiarse por no poder retratarlo de la mejor manera o peor aun, por no poder saber su nombre ni ayudarlo ante una situación que sin lugar a dudas los estaba destruyendo.
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Dibujo perfecto
RomanceJongIn era un prostituto y ChanYeol un artista aficionado que buscaba realizar el dibujo perfecto.