Princesa, inténtalo.

575 31 8
                                    

¿Sabes? hace algunas semanas atrás probablemente hubiera dicho que era una persona depresiva, que tenía tendencia a auto-destruirse,  que todo le importaba nada. Eso fue hace unas dos semanas.... ¡Cómo anhelaría tener poderes mágicos y poder regresar el tiempo! Pero, esperen, eso jamás sucederá. Además no estoy tan segura de querer regresar. ¿Mencione que suelo ser contradictoria también?

Mi nombre es Charlie, y sí, tengo nombre de hombre pero esa es otra historia que luego  si se da la ocasión podrán saber. ¿Qué cuántos años tengo?, qué tal si me prestas tú edad. Sí, tú, la persona que esta leyendo esto. Bien, entonces ya sabes mi nombre y mi edad prestada. Vivo en una ciudad pequeña cerca del mar, supongo que es lo único a lo cual no puedo prestar objeción. El sonido del mar es música para mis oídos. ¿Amigos? si te refieres a otros seres iguales a mi, entonces mi respuesta será que no tengo (o eso creía). Pero si te refieres a un pequeño peludo, entonces sí tengo. Asisto a una pequeña escuela o universidad, dependiendo de cuantos años tengas tú, pero eso es irrelevante porque mi historia se desarrolla más allá de ello.

¿Conoces el faro del fin del mundo? sí lo haces entonces sabrás acerca de mis más grandes sueños. Papá es amante del escritor Verne, y de dicho libro, por lo tanto siempre quise ir allí. Creo que nos estamos desviando, volvamos a retomar. Volvamos dos semanas atrás...

Como he dicho era una persona auto-destructiva para consigo misma así como también para con los otros. Era una especie de bomba a punto de estallar, sólo debían cortar el cable verde y estallaría matando un poco el alma de quienes estaban alrededor. Sin embargo, podrían cortar el cable rojo y evitar semejante desastre e incluso salvarme. Iba consumiéndome lentamente,  matándome de a poco, cada gota de sangre derramada evitaba cientos de lágrimas por derramar. Cada comida expulsada por mi garganta evitaba unos cuantos kilos demás. Cada insulto, cada mirada de desprecio, cada susurro resonaba noche tras noche dentro de mi cabeza. Lo más increíble era que éstos siempre provenían de mi propio ser. ¿Cómo puedes odiar a la persona que vive en ti? ¿Cómo te puedes odiar a ti mismo? ¿Cómo podrías querer matar cada parte de ese ser viviente sin acabar muriendo? ; imposible. Y eso fue lo que sucedió... o algo parecido al menos. Cuando por fin había asumido, tomado el valor para acabar con semejante desprecio de persona, algo o más bien alguien vino a mi rescate. Y no es como posiblemente creen, él jamás tuvo la necesidad de vivir para evitarlo...

Había cobrado valor, por fin iba a hacerlo, acabaría de una vez por todas con este dolor. Luego de mi rutina, que consistía en no más que tomar una ducha y unos cuantos cortes, tomé el frasco que mamá guardaba con pastillas. Me dirigí a mi habitación, y controlé que las cartas de despedida siguieran sobre la mesita junto a mi cama. No sentía realmente la necesidad de escribir dichas cartas, pero no eran por mí. Cuando una persona fallece, el recuerdo de la misma ya no le pertenece, sino a las personas que aún pueden respirar y recordarla. Mis padres merecían y necesitarían de ésas letras, no les negaría eso. Así que luego, de a una fui ingiriendo las pastillas, creía que quizás lloraría, al fin y al cabo estaba por terminar con mi vida, pero no fue así. Había logrado convertirme en una persona fría, manipuladora, sarcástica, y maldita. Sonreí al recordar cuando ella me había llamado cobarde ¡Mira que cobarde estaba siendo tu amiga Ana! Luego de unos segundos, u horas quién sabe, comencé a sentir mareos para luego ver todo negro. ¡Lo había logrado! ¡Al fin acabe con mi miserable y patética vida!

-Charlie- Escuché que alguien susurraba mi nombre ¿San Pedro me estaba recibiendo? ¿Dios, tal vez? Oh, no esperen, me había suicidado lo más probable es que este bajo Tierra- Charlie-

-¿Hola?-

-¿Charlie, pequeña, qué has hecho?-

-¿Quién eres tú y cómo sabes mi nombre?-

Princesa, inténtalo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora