La muchacha sabía y conocía
de amor y amores,
de romanticismo y canciones,
de caballeros y príncipes azul,
de historias de amor y sus muchas versiones.Pero nunca pensó
-no, mas bien-
nunca captó,
que algún día
el amor la encontraría.
Se le hizo demasiado para ser realidad,
y dejó pasar su oportunidad.Al paso del tiempo tuvo una pesadilla
y se dio cuenta que lo que tuvo
no había sido simple fantasía.
Había sido algo bueno,
un amor intenso y verdadero.Entonces se puso a llorar.
Llorar, llorar, llorar.
Su corazón se empezó a despedazar
y derrumbar como un pilar
de sal.Su llanto llegó a ser más grande y potente que las Niagara
y sus lágrimas más saladas que el Mar Muerto.¿Tendría algún día consuelo
esta muchacha de duelo?
Quizá si recordara las sabias palabras de su gran amigo:"Enamórate primero, chiquita, contigo misma.
Con tu risa,
y con tu celo de hacer lo bueno.
Enamórate de tus imperfecciones,
sea que las halles
en tus facciones o tu cuerpo.
Que tu primer amor sea Dios
y después seas tú.Para que cuando llegue otro príncipe azul,
te encontrará llena de amor
tanto del propio,
como del que se le da al prójimo.
Trabaja duro y no te decepcionarás,
otra oportunidad tendrás
para conseguir el verdadero amor."