Dime que no, que no estoy sola.

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Cuando una persona no tiene más lágrimas para llorar, lo que necesita son sus ganas de reir. De demostrar al mundo que puede con todo y con todos aquellos que la querían ver tocada y hundida. Con todos aquellos que la hacían daño, que la insultaban y humillaban como si de un objeto usado y roto se tratase.

Cuando el día empieza su ciclo, tú ya estas triste,  sin ganas de sonreir, con lágrimas derramadas que llegan hasta tus pechos, tus muñecas no aguantan más, no hay espacio para otro rasguño, tus piernas están temblando y llenas de marcas que cada día te  recuerdan el infierno que corresponde a tu vida. Unas marcas que te marcarán para toda tu vida, el dolor estará presente cada día de tu vida, cada minuto de tus horas, cada segundo de tus minutos.

Dime que no, que no estoy sola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora