Dime que no, que no estoy sola.

Capitulo 2 - Un escape poco efectivo

¡MARIO! Si, Mario, el tan amigo de Aria era el nuevo miembro de la clase, al verlo, ella no evito echarse las manos a la cara y darse un tortazo para comprovar si lo que de verdad estaba viendo era cierto o solo una pesadilla. Desgraciadamente, era la triste realidad. La única salida que tenía de su infierno ya estaba fastidiada con la presencia de Mario. ¿Como va a poder olvidarse de los problemas familiares teniendo los problemas sociales con ese ser en su clase? Era una mala época para Aria, pero pensó que sería mejor si se pusiera en el otro lado de la clase y evitarle, hacer como si no estuviera. Pero un día, llegó tarde y el único sitio libre que qedaba era el de al lado de su querido repetidor, no le quedó más remedio a Aria que sentarse a su lado. Sin apenas darse cuenta, estuvieron toda la hora hablando y conociendose, sin saber el por qué ahora se llevan bien. Que cosas más raras pasan.

Effy, al ver que los compañeros se llevaban tan bien, se unió a ellos, haciéndose los tres los mejores amigos. Hacían todo juntos, pero Aria jamás les contó por lo que estaba viviendo en su propia casa.

 Que poco a poco ya iba saliendo la verdad, o eso parecía.

 Resulta, que su padre, le había sido infiel a su mujer con una chica a la que la madre la calificaba como P*TA, cosa que no se sabe si se debe a su profesión o por gusto.

 Una tarde, sin saber el por qué de esa decisión tan brusca, la madre de Aria la ordenó coger todas sus cosas posibles y meterlas en una bolsa grande mientras la decía que se mudaban de aquella pequeña ciudad de mala muerte.

Ya teniendo todo preparado y en la puerta, llego la hora de las despedidas. La pequeña Aria no entendia muy bien el por qué su padre tenía que quedarse y ellas no. Una vez despedidos todos y con la puerta abierta, la segunda hermana de las tres que eran, saltó.

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