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A mis oídos llego el sonido de una melodía, al darme cuenta que no lo estaba imaginando me puse de pie tras aquel golpe en mi espalda y empecé mi marcha caminando a tientas entre la oscuridad por aquel pasillo, fijando mi rumbo hasta donde creí que provenía, la canción era hermosa, pero evocaba recuerdos tristes en mí, recordé a lady Elizabeth tocarla en aquella mañana donde fui valiente para proponerle matrimonio después de tomar su mano tras servir el café.

Mis pies pisaron un bulto que por lo blando elevo mi necesidad de saber lo que había encontrado, agache mi mano y tanteo hasta sentir el horror al darme cuenta que era un brazo, aparte mi mano apresuroso y di un paso hacia adelante pisando otros bultos mas en el suelo, percatándome que no eran mas que partes humanas cercenadas y dispersadas por el lugar, el olor a sangre se hacia evidente e hice fuerzas para no sentirme asqueado, agradecí el haber estado privado de mi vista por las tinieblas en ese momento, recordé el atroz asesinato de mi amada Elizabeth, concluyendo entre mi furia que si el asesino hubiera profanado de esa manera el cadáver de quien fuese hoy mi esposa, lo mataría sin pensar en cuanto lo viera, agradecí de nuevo de tener una tumba que visitar y no un montón de partes en que tendría que reconocerla.

Tenia que estar frente a frente con él mirarlo a los ojos y con mis propias manos cobrar venganza, no contemplaba dispararle por la espalda como lo haría un desalmado, la sangre de una inocente debía ser vengada con justicia, empuñe mi pistola y seguí sorteando el resto de cadáveres en aquel trayecto, a lejos una lampara yacía encendida en el suelo.

- No debes estar lejos maldito - exclame con cuidado de no levantar la voz.

En el suelo pude ver un rastro de sangre quizás el mismo que me condujo hasta este lugar desde que vi como el asesino perpetro otro homicidio, tuve dudas sobre si seguirle pero ¿que otra oportunidad tendría? Si esperaba las leyes el monstruo huiría al ser descubierto su escondite, no me equivoque al entrar aquí este era el momento para calmar el dolor que martillaba con insistencia mi alma, llore quien fue mi amor y seque mis lágrimas, empiece a inspeccionar notando la puerta continua al lado derecho del pasillo con paso prudente me apresure hacia ella dando un paso que con el sonido de un trueno erizo mi espalda, la lluvia se precipito a las afueras del edificio, tan pronto como los relámpagos iluminaban el pasillo entre las ventanas dejando a la vista los restos desperdigados de las víctimas en ese lugar de muerte y locura.

Tenia la certeza que iba hacia mi propia muerte, pero no debía dejar este mundo sin antes dar fin a mi venganza y reunirme con mi prometida en una tumba junto a ella.

El Demonio de los Ojos  Verdes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora