Libro

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Las calles neoyorquinas se encontraban atestadas de gente caminando en todas direcciones y abarrotando las tiendas que la afamada Quinta avenida ofrecía aun cuando no eran ni las diez de la mañana. Candy, la joven residente de medicina era una de tantas compradoras, o por lo menos eso era lo que les hacía creer a sus acompañantes, pero a diferencia de la mayoría ella ya se le podía ver harta, para la chica su mejor regalo sería regresar a Kineton, en Inglaterra, con los suyos, como seis meses atrás cuando pudo hacerles una breve visita de dos semanas, en cambio se le veía siendo arrastrada de una tienda a otra por sus compañeras de residencia.

Sin oportunidad para regresar a casa esa Navidad, la joven sentía que no tenía otra opción, sin embargo sí podía escaparse un rato de ese par de amigas y si le era posible todo el resto de la tarde. Así que en la primera oportunidad se metió al primer local tranquilo que vio, este resultó ser una librería, muy poco concurrida, con tanta tecnología literalmente en la palma de la mano a últimas fechas la gente opta por obsequiar e-books en lugar de libros de papel, «Con lo maravilloso que es llenarse el olor a libro nuevo.» Pensó Candy ante la idea de consentirse con un obsequio. Así que comenzó a perderse entre la estantería. Misterio, terror, ciencia ficción, historia, cada sección intentaba seducirla, hasta llegar a la sección de Best sellers, donde uno llamó su atención, sin duda el título era muy original: "Libro: las páginas de mi historia sin ella". Tomo un ejemplar interesada por aquella declaración tan dramática a primera leída, lo giro para leer la contraportada y saber más del contenido y de paso un poco del autor, Pere sólo decía.

"La mitad podrá estar vacía, la otra mitad es ella." T. G.

Esas iniciales hicieron mella en Candy, ella conocía a alguien con esas iniciales, buscó el nombre del autor, eran lo mismo, únicamente esas iniciales. La joven inquieta por la coincidencia se llevó una copia a casa. Sabia que era una posibilidad ínfima que él fuese el autor. Sabía de sobremanera que él era ahora un reconocido actor de teatro, pero leer algo con sus iniciales la podría hacer fantasear con una historia de amor escrita por Terry.

De camino a casa no abrió el "Libro", lo guardo para leerlo en la intimidad de su hogar, pero eso no evitó que pensara en aquel antaño pasado, cuando ella había decidido estudiar en Nueva York para estar junto a él, pero las respectivas actividades de cada uno terminaron por alejarlos. Ahora era un hermoso recuerdo, el más bello de todos, y no podía negarlo, por él seguía en esa ciudad, sólo para poder contemplarlo en los enormes afiches de los parabuses, así como en la marquesina del teatro, aún a pesar de no verlo por año y medio sabía que seguía siendo el hombre más guapo que hubiese visto, con todo y que siendo el nuevo "Fantasma de la ópera" sólo mostraba la mitad de su rostro, él se veía deslumbrante.

Al llegar a su departamento comenzó a leer, sus amigas, con las que también compartía techo, habían quedado olvidados en algún lugar entre la Quinta y la Séptima avenida. Así que podría darse el lujo de leer sin interrupciones un buen tiempo. El libro en efecto era lo que prometía, muchas páginas en blanco, y por cada una que se veía vacía tenía otra llena de cosas de una vida pasada, presente y prospecto de un futuro. Candy no pudo evitar llorar con varias cosas que leyó, y releyó, más todavía al llegar a la página final y leer.

"El libro, no narra lo que es, tal vez lo que fue, pero sí lo que espero: que seas feliz."

No había duda, era él, Terry era él autor, su novio del colegio, con el que esperaba casarse al terminar la carrera, con el que vivió su primer año de estudios universitarios, quien dejó de ver tanto tiempo atrás, era él, el libro era parte de su historia, parte de lo que ella, ellos, habían realizado en esos tiempos sin estar juntos y terminaba en un bello epílogo de cinco páginas donde describían lo feliz que ella sería sin él, y con una familia. Un estúpida y errónea conclusión.

Candy miró la hora, todo el día había estado leyendo, sus amigas así como habían llegado habían salido de inmediato sin prestarle mayor atención. Era casi media noche, ella sabía a la perfección que era día de teatro, sabía a qué hora finalizaba la función, ¿Cómo no saberlo si  inevitablemente veía la publicidad continuamente buscándolo a él?

Se colocó su abrigo, guantes y bufanda para posterior salir corriendo, abordó el primer taxi que se atravesó en su camino, arribó al lugar en quince minutos, el chofer la dejó lo más cerca al teatro. Ahí estaba, un inconcebible mar de gente frente a ella, mucho más grande que cuando medio años atrás intentó acercarse a él. A empujones se fue abriendo paso entre las fans para colocarse hasta el frente de la salida de los actores. Había demasiada gente, muchísimas chicas, por eso mismo sabía que Terry aún no salía. Espero por otros quince minutos más, sin importarle el frío invernal, ni los gritos, ni nada, fue cuando la gallarda y alta figura del joven británico se dejó ver cubierto por una chamarra de piel negra de cuello alto, cargando un casco igualmente negro en un costado. Todas gritaron, se agitaron, movieron, removiendo y removiendo a la pequeña rubia. Casi tiraron la valla, el hombre sonriente se acercó a firmar algunos autógrafos. Cuando estuvo lo más cerca que sabía él estaría, Candy grito a todo pulmón:

—"Mocoso engreído"

Todas y todos en su entorno quedaron calladas viéndola con rabia, pero lo había conseguido Terrence Grandchester la había escuchado, la estaba viendo directo a los ojos. Por un eterno segundo el mundo se detuvo, luego Terry se acercó lento, muy lento a ella, como estudiando todas las posibilidades de su presencia. Ya frente a ella sonrió.

—Hey, una mona con pecas se ha escapado del zoo –dijo de lo más divertido.

—Sigo coleccionándolas, no puedo evitarlo –fue la repuesta que logró arrancar una carcajada en el talentoso actor.

—¿Quieres un autógrafo? –preguntó cuando la calma regresó a él.

Candy sacó el "Libro".

—Sólo sí lo colocas justo aquí, en la parte donde aseguras que me quieres ver feliz.

La gente que los rodeaba estaba atónita, tanto como Terry que la miró con un nuevo brillo en su mirar.

—¿Y luego? –la cuestionó.

—Te irás conmigo y me ayudarás a conseguirlo –Candy afirmó con completa seguridad.

Terry sonrió mucho más con su irresistible manera ladeada.

—Mejor ven y acompáñame tú... a casa –dijo ya con sus manos tirando de ella para ayudarla a saltar la valla metálica, con decenas de personas mirándolos.

Al año siguiente salió otro libro, del mismo autor TG, cuyo título era:

"Otro libro: con todas las páginas llenas"

Broadway, libro y suspiro...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora