Dolor.
¿O simplemente resaca?
Quizá un poco de las dos cosas. Un cuarto de corazones rotos, media cucharadita de lágrimas y muchísimo alcohol. Dejar en el horno una hora, y mientras tanto puedes irte de fiesta. Todo esto da como resultado Minerva.
Ella es consciente de que tenía un problema. Sabía que, si se lo proponía, tenía la posibilidad de salir de aquella piscina de alcohol. Pero he ahí el problema; no quería salir. A veces su mente divagaba en los recuerdos, el que más solía recordar era que los terapeutas, psicólogos, e inclusive su familia le orientaban diciendo que "cambie por su bien" pero justamente ese era el problema; ella no quiere hacer nada por su bien. Si fuera por ella ahora mismo estaría tomando pastillas para dormir junto a su mejor amigo, quien nunca le ha fallado, el alcohol. Y quizá no era mala idea, a fin de cuentas, la cabeza le palpitaba a más no poder y el ruido de los coches que pasaban por la carretera acompañados por incesantes bocinas, apresurados y furiosos por llegar tarde al trabajo le molestaban de tal forma que realmente pensó en la idea de meter la cabeza por el inodoro.
Se levantó de la cama como pudo, arrastrando los pies y ejecutando una danza por toda la habitación ajena en búsqueda de su ropa. No supo decir con exactitud que había sucedido la noche anterior, pero era un hecho de que había sido algo enloquecedor. Ni siquiera sabía como había llegado ahí, mucho menos el como sus bragas habían terminado en la cabeza de Betsy, hija de un gran empresario y dueña de la casa. Ésta reposaba en el sofá de un rincón, el cual daba una preciosa vista al cielo mañanero. El cielo era algo impresionante, sus mezclas de colores eran tan admirables que Minerva más de alguna ocasión en sus estados de sobriedad pintó y admiró. Era una de las pocas cosas que hacía relativamente bien, y no solo eso, sino que también le ayudaba a no sentirse tan mal, a no sentirse tan... sola y fracasada.
Abrió y cerró cajones que contenían ropa en un intento de encontrar bragas y sujetadores mientras intentaba recordar la noche anterior. Sonrió amargamente al pensar que la mayoría de los que estaban ahí se encontraban repletos de fascinación y encanto, mientras que ella solo intentaba ahogar su inmundo pasado. El alcohol le había arruinado la vida en diferentes ocasiones, le quitó la casa, la familia, el empleo y el novio. Siempre que hablaba de su alcoholismo lo hace entre risas, intentado engañarse así misma y a las personas contando que su tía fue alcohólica por varios años, pero la realidad es que trataba de ocultar años de soledad y mentiras.
Cuando encontró el cajón sacó unas bragas junto a un sujetador, comenzando a ponérselas mientras Betsy despertaba para dirigirse al baño como un disparo, sin siquiera notarla. Las arcadas que provenían de ahí eran desastrosamente ruidosas para ella, por lo cual tomó su vestido y se embutió lo más rápido posible para salir de ahí.
Mientras bajaba las escaleras su mirada recorrió todo el salón, que tenía a gente durmiendo en los sillones, otras en el suelo y completamente vomitadas, con el olor emanando de una manera bestial. Se dirigió a la cocina a tomar un vaso de agua que fue reemplazado al ver una botella de vodka a la mitad. Tomó un largo sorbo y se fue de ahí tomando un taxi, que, para su suerte, andaba por ahí. Al subirse captó como el conductor fruncía su ceño y nariz al sentir el olor a alcohol petulante a alcohol, pero no dijo nada y solo prendió el aire acondicionado. Murmuró apenas su dirección mientras le pasaba cinco dólares y se recostaba en el asiento, quedándose dormida mientras pensaba en el drama que vendría al llegar a la casa de sus padres.
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Minerva.
Teen FictionMinerva. Una chica fría, sarcástica e irónica si la llegas a herir. ¿Misteriosa? no lo creo, pero sin dudas no intentes conocerla porque a ella no le interesa conocerte. (basada en mi rabia, vivencias y testimonios)