Limpié mis anteojos, bajé la mirada y en mis manos, el baúl con una inscripción en él. Lo abrí
Un miedo a lo desconocido me invadía al ver lo que ante mis ojos en la penumbra se abría
La danza de un árbol muerto que regresaba a la vida recordaba el mundo mágico que abandoné desde niño
En el fondo, una triste melodía se apoderó de cualquier pensamiento. Ya no había miedo
Mitos y cuentos que sueñan los niños me envolvían en la fantasía de conocer un ser divino
Ninfas del bosque y la paz de su cantar anunciaban el surgir de una figura celestial. Me congelé
¿Una mujer? No, había algo más, algo me mantenía inmóvil
Se acercó...