El frio me cala hasta los huesos, agarrotando mis músculos y endureciendo mis articulaciones. Casi no puedo moverme. Tengo tanta hambre que ya no me duele. Las heladas gotitas de agua se clavan en mi piel como agujas. Estoy cubierto de barro pero no me importa, ya no. Me he quedado sin fuerzas para continuar, ya solo me queda esperar.
Desde aquí, todos estos años entre rejas son casi tentadores, quien iba a decirme a mí que cuando volviera a ser libre ansiaría tanto volver a prisión, al menos ahí tenia sustento.
Es curioso como una sola decisión, por estúpida que sea, puede reducir a cenizas tu vida y arrastrar consigo todo lo que te rodea.
Dicen que antes de morir, la vida pasa a modo de flashback ante nuestros ojos, pero si soy sincero, solo puedo pensar en los acontecimientos que me llevaron a acabar agazapado al borde de la hipotermia entre los restos de barcos y redes en un puerto abandonado.
Han pasado algo más de quince años desde el accidente de coche que se llevo a mis padres, dejándonos, a mi hermana pequeña y a mí, sin familia.
Por suerte o más bien por desgracia, mi reciente mayoría de edad me permitió quedarme con la custodia de Ana. Pasamos unos meses muy malos, casi no teníamos nada para comer y la pena arrastraba cada día más a mi dulce hermanita hacia una depresión de la que no saldría.
Nos moríamos de hambre y con mi sueldo no llegaba ni para pagar el alquiler. Por eso fue que cuando me ofrecieron participar en un robo de apariencia tan sencillo, acepté sin pensarlo. No era un asalto complicado, solo era un robo a una joyería en la que solo estaría el dependiente.
Cuando llegamos además había dos clientes, nadie que pudiera resultar problemático, uno de mis compañeros saco una pistola que se suponía no estaba cargada, todo pasó demasiado rápido y para cuando me di cuenta había llegado la policía y me estaban deteniendo por intento de robo y más importante aun por homicidio triple. Mis compañeros me habían abandonado y fui condenado a veinte años de cárcel, como cooperé, lo redujeron a quince.
Enviaron a mi pobre hermana a un orfanato. Tres meses después me llego la noticia de que se había quitado la vida y todo por mi culpa, intentando salvarla la condené. Por eso me juré que lucharía, que viviría por los dos y sin embargo aquí estoy dos meses después de mi puesta en libertad muriéndome de hambre y de frio, me he rendido.
Las primeras luces del amanecer me alcanzan, reflejándose en la tranquila superficie del agua, las olas rompen imperturbables en la orilla, es un lugar bonito para morir, a Ana le habría encantado, no, no es un lugar bonito para morir.
Es un lugar bonito para intentarlo y vivir de nuevo.
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HOLA, HOLA, HOLA, SI YA SE QUE HA PASADO TODA UNA ETERNIDAD, PERO AQUI TENEIS, SI SOY SINCERA HE ESTADO SUPER LIADA, Y COMO NO SE CUANDO PODRE VOLVER A PUBLICAR, AQUI TENEIS ALGO TERMINADO. NO DESESPEREIS MIS PEQUEÑOS HOBBITS, PUBLICARÉ CUANDO PUEDA, SI OS HA GUSTADO HACEDMELO SABER. SALUDOS Y HASTA LA PROXIMA.
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Un lugar bonito para morir (M)
Historia CortaEn este microrrelato no encontrareis mucha acción pero si una realidad un poco exagerada. la historia de un joven que acaba de salir de la cárcel.