Me despertaba todos los días a las 7am, ponía la pava, la tele sin sonido para no molestar, agarraba la taza, esa taza que me miraba, esa taza que no tenía fondo. Ponía el saquito de té, el agua hierve de fondo, me sirvo el té, pienso -ojalá fuese tan fácil llenar mi corazón, ojalá yo sea la taza, ojalá el agua fuese amor y, el saquito, seas vos- así, juntos, formamos algo perfecto, que a todes, o a la mayoría, le gusta.
Pero, como todo, se gasta, el saquito (vos) lo tiran a la basura, mientras yo (la taza), sigo acá, soy útil.