Cuarta parteEditar
Las 150 pasiones homicidas o de cuarta clase que comprenden veintiocho jornadas de febrero empleadas en las narraciones de la Desgrangés a las que se ha añadido el diario exacto de los acontecimientos escandalosos del Castillo durante ese mes.
Establézcase primeramente que todo cambia de aspecto en este mes. Que las cuatro esposas están repudiadas, que Julia, no obstante, ha hallado piedad junto al obispo, quien la ha tomado en calidad de sirvienta, pero que Alina, Adelaida y Constanza se hallan sin refugio, exceptuando no obstante a esta última: se ha permitido a la Duelos que la albergue con ella porque se quiere conservar su fruto. Pero Adelaida y Alina duermen en el establo de los animales destinados al alimento. Las sultanas Agustina, Zelmira, Fanny y Sofía son las que sustituyen a las esposas en todas sus funciones, a saber: en los retretes, en el servicio de la comida, en los sofás y en la cama de los señores por la noche. De modo que en esta época he aquí cómo están las habitaciones de los señores durante las noches: independientemente de un jodedor cada uno, por turno, tienen:
El duque, a Agustina, Céfiro y la Duelos en su cama, con el jodedor; él duerme en medio de los cuatro y María en el sofá;
Curval se acuesta del mismo modo entre Adonis, Zelmira, un jodedor y la Fanchón; nadie más.
Durcet duerme entre Jacinto, Fanny, un jodedor y la Martaine.
(Comprobar).
Y en el sofá Luisona.
El obispo se acuesta entre Celadón, Sofía, un jodedor y Julia, y en el sofá Thérése.
Con esto se ve que los pequeños matrimonios de Céfiro y Agustina, de Adonis y Zelmira, de Jacinto y Fanny, de Celadón y Sofía, que han sido casados todos, pertenecen al mismo dueño. Ya no quedan más que cuatro muchachas en el serrallo femenino, y cuatro muchachos en el masculino. La Champville duerme en el de las mujeres y la Desgrangés en el de los muchachos. Alina en el establo, como se ha dicho, y Constanza en la habitación de la Duclos, sola, puesto que la Duclos duerme con el duque todas las noches.
La comida es servida siempre por las cuatro sultanas, que representan a las cuatro esposas, y la cena por las cuatro sultanas restantes, una cuadrilla sirve siempre el café; pero las cuadrillas de los relatos frente a cada nicho de cristal ya sólo se componen de un muchacho y una muchacha.
En cada narración Alina y Adelaida son amarradas a los pilares del salón de historia de que se ha hablado, colocadas con las nalgas frente a los sofás y junto a ellas una mesita con varas siempre dispuestas para azotarlas. Constanza tiene permiso para sentarse en la fila de las narradoras. Cada vieja se ocupa de su pareja y Julia, desnuda, anda errante de un sofá a otro para recibir las órdenes y ejecutarlas inmediatamente. Por lo demás, como siempre, un jodedor en cada sofá.
En esta situación la Desgrangés empieza sus relatos. En un reglamento particular los amigos han establecido que en el curso de este mes Alina, Adelaida, Agustina y Zelmira serán entregadas a la brutalidad de sus pasiones, en el día prescrito, para inmolarlas solos o bien invitar al sacrificio a aquellos de sus amigos que quieran, sin que los otros se enojen; que en cuanto a Constanza, serviría para la celebración de la última semana, como se explicará en su tiempo y lugar. Si el duque y Curval, quienes por esas disposiciones quedarán viudos, quieren tomar para el resto del mes una esposa para las funciones, podrán hacerlo si eligen una de las cuatro sultanas restantes. Pero los pilares quedarán desocupados, puesto que las dos mujeres que los guarnecían ya no estarán.
La Desgrangés empieza y, después de haber advertido que ya sólo se tratará de homicidios, dice que tendrá cuidado como se le ha recomendado, de exponer los detalles más minuciosos y, sobre todo, declarar los gustos ordinarios que esos asesinos de libertinaje hacían preceder a sus pasiones, a fin de que se puedan juzgar las relaciones y los encadenamientos y ver cuál es el género de libertinaje simple que, rectificado por cabezas sin costumbres ni principios, puede conducir al asesinato, y a qué tipo de asesinato. A continuación comienza.Día uno de febreroEditar
1. Le gustaba divertirse con una pobre que no hubiese comido desde hacía tres días, y su segunda pasión es la de dejar morir de hambre a una mujer en el fondo de un calabozo sin prestarle el menor auxilio; la observa y se masturba mientras la examina, pero no eyacula hasta el día en que ella perece.
2. La mantiene largo tiempo en el calabozo disminuyendo cada día un poco su ración; antes la hace cagar y come los excrementos en un plato.
3. Le gustaba chupar la boca y tragarse la saliva, y en segundo lugar empareda a la mujer en un calabozo con víveres sólo para quince días; a los treinta días, entra y se masturba sobre el cadáver.
4. La hacía orinar y después la hacía morir lentamente, sin dejarla beber y dándole mucha comida.
5. Azotaba y hacía morir a la mujer impidiéndola dormir,
Aquella misma noche Mimí es colgada por los pies después de haber comido mucho, hasta que lo vomita todo sobre Curval, quien se lo traga y se masturba debajo de ella.