Introducción al infierno

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— ¡Dipper, iré al centro comercial con Pacífica!

Eso fue lo que ella dijo, lo último que pude ver de mi hermana antes de que el mundo colapsara. Ella feliz, corriendo al auto de su amiga mientras yo me quedaba sentado leyendo un poco, esperando que Bill me llamara y al menos me pidiera perdón por dejarme plantado en nuestra sesión de estudio para las olimpiadas de matemáticas. Eso fue hace exactamente, una semana.

Escucho los gritos fuera, los alaridos y el terror de esos seres cubiertos de sangre, otros tragándose entre sí hasta que son iguales... Por simple asomo puedo ver cómo se pasean por el patio.

¿¡Cómo llegamos a esto!?

Solo recuerdo cómo Mabel se iba después de haberme llenado de besos y un abrazo, no pasaba la mañana, de eso estoy seguro. El sol brillaba intensamente mientras yo estaba sentado fuera, viendo cómo unos niños corrían, debí haber corrido yo también. Lo que parecían unos simples chicos jugando se convirtió en varias personas.

— ¿¡Qué carajos!?

Torpemente me puse de pie, tratando de ver que sucedía, las voces de mis vecinos sonaban en alto mientras huían aterrados, algunos caían y ya no se ponían de pie, a excepción de otros que se retorcían, soltaban unos horribles gemidos hasta volver a correr, atacar y devorar a los que estaban a su paso.

— ¿Qué...?

Narra narrador:

— ¿Qué...?— preguntó con los ojos cristalizados a la nada, petrificado por el miedo como otros pocos que buscaban mentalmente una broma o alguna señal de estar dormidos aún.

Lo que parecían minutos eran segundos, valiosos segundos que no usó más que para estar petrificado, cayendo al suelo gracias a una mujer igual de asustada que él.

— M-Mabel... Ella se fue. Necesito... Necesito un teléfono...— murmuró poniéndose de pie con torpeza, gritando cuando una de esas cosas se abalanzó en su cuerpo, rugiendo a su oído. Sentía perfectamente la sangre de la boca de ese monstruo chorrear en su palidecido rostro, hasta que fue quitado bruscamente por un golpe.— ¿B-Bill?

— ¡Ya párate, llorón!— a fuerzas, tomó del brazo al castaño para meterle del brazo a lo que sería un refugio, su propio hogar.— ¿¡Acaso eres idiota, Dipper!?—sacudía al castaño que aún parecía estar en shock, recibiendo una leve bofetada que lo regresó al planeta.

— Tú... ¿Has visto lo que hay fuera...?— preguntó con una temblorosa voz, cubriendo su rostro con sus temblorosas manos sucias de algo de sangre, siendo limpiado por un pañuelo por el rubio— Ellos... ¿Qué son?

— Yo que sé... Pero, todo estará bien. Estaremos bien aquí...— aseguró el rubio, abrazando al menor que asintió, un apoyo en ese momento era grandioso, un abrazo se volvía invaluable.— Ella estará bien, tu hermana es lista... 

La lógica ese día, se fue por el caño. Lo que conocía como normalidad se esfumó en minutos. ¿Dónde estaba Mabel? ¿Por qué no contestaba el teléfono? ¿Qué pasaría ahora?

Destrúyelos - BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora