Recuerdo bien cuando lo conocí....
El era muy gracioso, divertido, amable, atento, atractivo, y con unos ojos negros profundos y tan eternos que cualquiera se perdería al mirarlos, era ansioso, y lleno de energía, creo yo que todo lo contrario a mi, la verdad es que decía cada cosa que me sacaban una carcajada, una sonrisa, y por mas que intenté guardar mis sentimiento en un cajón, no pude no se si era mi forma de hablar o de mirarlo, pero al menos mis amigos se dieron cuenta de lo que yo sentía, que desgracia que yo misma aun sabiendo que me gustaba, lo aleje sin motivo alguno, a mi no me importaba; lo que dijera mi familia, no me importaba que quizá el no tuviera "posición" como lo dice el prejuicio, de verdad que me pasaba por alto la opinión de mis amigos y de los conocidos, porque en realidad lo que sentía por él era real, no me entendía yo misma complique mi vida y la suya sin razón, mi única excusa para ser así solo era el hecho de que él tuviera novia y ciertamente preferí alejarme, no quería meterme en problemas con mis padres o incluso con la chica, y la verdad es que soy de ese tipo de persona que prefiere hacerse aún lado para no salir sobrando, lo cierto es que mi actitud rígida, mi arrogancia y frialdad, se giraron en mi contra, y le jugué una mala pasada al chico del cual me había enamorado.
No puedo evitar admitir que me atrajo desde la primera vez que lo vi, serio, con las mejillas rosadas, torpe, silencioso por un minuto pues a los segundos estaba riendo, recuerdo que se solía acercar a mi para contar algún mal chiste, y su perfume invadía mis fosas nasales, yo solía podía rodar los ojos y no evitar decir algún comentario cargado de sarcasmo un poco malos, lo veía pasar de un lado a otro nervioso, mascando un chicle o chupando una paleta.
Un día sin pensarlo me llego algo inesperado me hablo de Cinthya su novia y realmente me di cuenta que la quería demasiado, es más la amaba y por mucho que yo intentara odiar a esa chica, la simple razón de saber que ella lo hacía feliz, a mi me hacía reflexionar pues quien soy yo para mandar en el corazón de las personas si ni siquiera puedo con el mío, lo dejé de ver por un largo tiempo y yo creí que por su distancia ya me había olvidado de lo que sentía por el, pero cuando paseaba por las calles siempre pensaba en que pasaría si lo volviera a ver, pensaba en mi reacción y que quizás podía darse cuenta de lo que yo sentía por él, y entendí que ese era mi miedo me daba pánico pensar que yo podía querer a alguien, me daba miedo amar y que precisamente no me correspondiera, como el agua corre en un río el tiempo corre en la tierra, conocí a un chico llamado Antony, él tuvo poca pena al tratar conmigo, en pocas palabras me conquistó era considerablemente guapo, alto, y sabía como tratar a una chica difícil, se ganó a mi madre antes de ganarme a mi, era amigo de todos en mi familia, y a pesar de que me hice su novia lo que sentía era distinto, no me causaba mariposas en el estómago y podía ser todo lo guapo y carismático que quisiera pero jamás se compararía con Ian.
Yo jamás había ido a las fiestas de mezclas como les llamaban, pero Antony insistió, llegue un poco tarde pues me quede dormida, al llegar pude percatarme de una presencia inusual que volcó arena en mi estomago, acelero mi corazón, me corto la voz, me oprimió el alma y sin duda me hizo ver que no importaba el tiempo o que yo tuviera novio pues lo que sentía por Ian era realmente intenso y caí en la cuenta de que la distancia no era nada pues cuando hay un sentimiento real y una atracción tan grande, el amor siempre termina ganando; seguí caminando, traté de mantener una postura cerca y hacer de cuenta que no lo había visto, saludé a mi novio normal como si nada dentro de mi se estuviera derrumbando , a los pocos minutos Ian se acercó a saludar y lo único que pude hacer fue invitarlo a pasar la velada con nosotros, trate de ser diferente al fin y al cabo yo ya quería a alguien más y él tenía a su chica por lo que ya no debía de temerle su rechazo, la noche fue más larga de lo que esperaba, hasta un cierto punto me di cuenta que Ian solo nos observaba, me tenía en un gran dilema porque no sabía cómo actuar, ni que hacer o qué decir, pasó un buen rato desde que lo note animado hasta que se le ocurrió la brillante idea de invitarme a bailar unas piezas, accedí pues no quería parecer patética, al sentir el tacto de sus cálidas manos mis piernas flaquearon, al volverme a cruzar con su mirada profunda mientras la música seguía mi corazón se estremeció, y al percibir la ternura de sus labios en mi mente solo cruzaba la pequeña palabra suplicando "bésame", "bésame", "bésame", hay carajo ¡bésame!, me estremecí al sentir sus carnosos y rosados labios contra los míos, haciendo mi sueño realidad, pero atrayendo a mi un huracán, no quería que esto acabara nunca, pero en cuanto separo sus labios de los míos, no puede evitar mirar a Antony que se acercaba furioso, si no era yo sería él y la cosa se pondría peor, así actúe con el mayor enojo posible aún sin sentirlo, lo golpee en la cara y le deje en claro que no lo quería cerca de mi.
Le mentí, no solo esa noche, le mentí desde el inicio, me fui, lo dejé sabiendo que lo amaba un poco más que a mi alma. Cometí tantos errores, no fui feliz del todo, si bien él no era el tipo de hombre con el cual vives toda la vida, con él no haces planes a futuro, no planean tener hijos, ni tener una casa juntos, a él no se lo presentas a tu familia ni convive con tu abuela, él no es el chico con el que te casas y envejeces, él es el chico del cual te enamoras en la adolescencia, te rompe el corazón, te marca y lo tomas como el amor de tu vida, después de ese chico viene el "correcto" pero esas son mentiras yo no quiero un tipo de hombre, yo solo lo quería a él.
Quizá el nunca lo supo pero esa madrugada cuando el sol ya quiere salir pero la noche no quiere acabar me dirigí por las calles sola, fui a buscarlo, le debía una disculpa, parada afuera de su casa recapacité sobre si lo nuestro realmente funcionaría, y me di cuenta que no era así, me di la vuelta y regrese a mi hogar. Me di por vencida me arrepiento por cada torpe palabra que le dije, me arrepiento por no ser lo suficientemente valiente como para gritarle al mundo cuanto lo amaba.
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"Aida" (historia corta)
Short StoryAida, regalo, don. Tal vez ella era el regalo que el cielo había mandado para mi...