Capítulo 4

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Cerró la puerta y quise abrir pero no pude, estaba encerrada. Toqué mis labios sintiendo un extraño pesar que no se iba con el paso de los minutos. En el resto del día, me refugié en aquellas cobijas calidas.

Escuché muchas veces los gritos de Jes, intentando entrar pero se lo impidieron. Mi final estaba predestinado, me matarían. Si acaso pudiera seducirlo, todo sería mas sencillo. Pero era virgen, ni siquiera sabía lo que era el sexo con mis veintidós años. Me sentí patética.

Ahora me arrepentía de no haber salido, y haber estudiado. Sabría que caricias hacerle al hombre lobo, como besarle. Pero era una inexperta en el área. Mordí mis labios sintiendo pena en ese instante, hasta que finalmente me quedé dormida.

Al día siguiente, mis ojos se abrieron y mi estomago protestó. Frente a mí, se encontraba Yeseraye, observándome con sus risos. Tenía una bandeja enfrente, de apetitosa comida.

—Traje para ti.

—Gracias... tengo mucha hambre, muero –comenté y comencé a comer el huevo que estaba sobre el plato cerrando los ojos –está delicioso.

—Morirás de todas formas –comentó y la observé –lo siento. Intenté convencer a padre pero...

—Esta bien. No te preocupes por mí. Al menos... pude salvarte –susurré y ella sonrió. Luego me dejó sola y mis pensamientos me invadieron.

Pensaba en como seria mi muerte. Un sinfín de escenarios invadieron mi mente. Quise llorar por todo pero no podía mas que rezar para que fuera lo menos doloroso posible. Mis ojos se cristalizaron, y lloré hasta que alguien abrió la puerta.

—Una humana... —comentó una mujer muy hermosa. Me observaba con una pizca de asombro. Sus pasos silenciosos, se deslizaron por la habitación hasta llegar hacia mí. Levantó mi barbilla con sus dedos finos.

—¿Tú... me matarás? –quise saber aterrada y ella se rió.

—Soy la prometida del Alfa. Llegaron... rumores –comentó y pronto sus uñas se afilaron en contra de mi cuello. Observé sorprendida.

—¿Qué quieres...?

—Nadie toca a mi hombre, he sido su prometida por cincuenta años y...

—¿Por qué aun no se han casado? –no pude evitar preguntar, cuando me tomó del cuello. El oxigeno apenas pasaba y empecé a toser. Mis manos se envolvieron en torno a las suyas, pero no me soltaba.

—Maldita rata asquerosa ¿cómo te atreves a tocar a mi hombre?

—Él... tenía... asco... de mí –pude decir y me soltó –no deberías tener miedo por mí. Soy una rata después de todo según tú –susurré tomando mi cuello. Mi voz era rasposa. Cuando se acercó furiosa y sus uñas se convirtieron en dagas filosas, que iban hacia mi cuello, pero algo la detuvo.

Era él, Zane. Sostenía la mano de la mujer con fuerza, ella gemía de dolor y se hincó de rodillas frente a él.

—Yo... me encargaré de matarla ¡Largo! –exclamó gritando tan fuerte, que incluso ella se asustó.

—Lo lamento señor –comentó incAilínndo el rostro al suelo y huyendo de prisa. Suspiré de alivio, aunque no sabía que muerte sería peor.

—Gracias –comenté y comenzó a reírse. Lo observé dudosa, mientras me abrazaba intentando darme calor.

—Lo hice porque no pueden desafearme. Si digo que yo te asesinaré, será así –comentó y dí un paso atrás observándolo aterrada.

—¿C—cuando moriré? –quise saber y sonrió.

—Eso... lo veremos –comentó y sus manos recorrieron mi cuello, luego se detuvo en mi escote. Gemí, y mi respiración se aceleró al sentir sus manos en mi piel. No se que me ocurría cuando se acercaba.

Sus labios, buscaron mi cuello y comenzó a succionar rápidamente esa zona. Gemí y envolví mis piernas alrededor de su cintura. Me dejó caer con brusquedad en la cama, pero eso provocó mas excitación por mi parte.

Abrí los ojos sorprendida, cuando sus manos tocaron mi zona intima. Abrí la boca para replicar algo, pero me silenció cuando sus manos recorrieron mi boca. Gemí, cuando sus dedos expertos comenzaron a recorrer mi zona intima.

Pero un sonido de afuera, lo desconcentró. Se apartó y salió de la habitación dejándome sumamente confundida y excitada sin poder comprender que demonios había ocurrido ¿Acaso quiere tener sexo conmigo?

—Quizás después me mate –comenté aterrada y me cubrí el rostro, ahogando un sollozo.

Al no saber mi destino, había observado de reojo las telas, los objetos filosos. Pensando en terminar con mi vida. Pero no podía hacerlo ¿Cómo podría morir y dejar a mis padres? Pero entonces pensaba:

—¿Y si acaso mi muerte era peor?

No. No. Debía hacer algo, convencer al Alfa de alguna manera. No sabía mucho acerca de su naturaleza, ni siquiera tenía idea de nada. Pero decidí, escabullirme. Al acercarme a la puerta, observé la cerradura y al girarla, me percaté que no estaba encerrada.

—Quizas pueda irme –pensé en voz alta y sonreí. Avancé con sigilo por los pasillos, cuando de pronto me crucé con una adorable niña de risos.

—Yes... —comenté y ella me observó. Tomó mi mano.

—Vamos. Dejé la puerta abierta –murmuró y suspiré de alivio –lamento haberte traido en esta situación. Yo... solamente quería una mamá –comentó con la voz quebrada e hice una mueca.

—¿Quieres escapar conmigo? –pregunté y ella negó.

—Nunca parará de buscarnos Lo mejor es que te vayas –susurró y asentí. Tomadas de la mano, comenzamos a correr por todo el sitio. Estaban todos dormidos al parecer, los pasillos desciertos me lo confirmaron.

Cuando llegamos al exterior, el sonido sordo del silencio nos envolvió. Avanzamos corriendo y llegamos a la salida. Yes, me tomó de la mano y con sus ojos preciosos cubiertos de largas pestañas me observó.

—Gracias... —susurró y la envolví en un abrazo.

—Gracias por eso pequeña –murmuré y ella asintió.

Al salir, sentí un enorme alivio que envolvió mi corazón. Comencé a correr, de pronto me detuve al escuchar el sonido extraño de unos aullidos ¿Acaso hay... lobos? Aterrada, avancé aún mas rápido.

Quizás afuera había otras manadas. No lo sabía. Lloré mientras corría con mas velocidad, hasta que sentí un fuerte empujón. Al girarme rápidamente, me encontré con un lobo blanco gruñéndome.

—Lobito... —comenté y mis ojos se cristalizaron.

Cuando abrió la boca lo suficiente para tragarme de un bocado, cerré los ojos ¿Este sería mi triste final? ¿Comida por un lobo? Quise llorar pero no pude. Simplemente acepté mi destino. Pero de pronto, dejé de sentir el peso de sus patas sobre mis piernas.

Al abrir los ojos me encontré con un lobo con el pelaje dorado y algo ondulado. Al mirarme, supe que se trataba de Zane.

"Corre".

Asentí aunque confundida ¿ese lobo me hablo? Seguí corriendo torpemente, cuando de reojo pude notar que habían mas lobos detrás de mí. Mierda, estaba jodida. Avancé lo suficiente, pero al no tener estado físico sentí mis piernas ardiendo.

Caí de rodillas agotada, y ya estaba rodeada de lobos. Me gruñían y quería llorar en ese instante.

Pronto apareció el lobo dorado, estaba frente a mí. Gruñía a los demás hasta que comenzó a pelear y suspiré de alivio pero no pude levantarme al percatarme de que estaba herida.

Papá traje una humanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora