A Ichigo, muy en el fondo, le gustaba el ritmo lento. En últimos años se le había sacado de su zona de confort, en donde los días eran lentos y pacíficos, siempre a la espera de que llegará el doloroso diecisiete de junio; pero, de la nada, en una noche que parecía no tener algo especial, por su ventana entró una mujer de negras vestiduras con una katana en su cintura y su mundo se fue patas para arriba.
Corría de un lado a otro, alerta y con ella a sus espaldas, peleando por almas que no tenían nombre para él, pero debía de proteger, ante todo. Más tarde dejó los monstruos enmascarados para encontrar rivales más fuertes, pero, con su característica determinación de hierro, no se permitió perder, ¡él iba a salvar a esa mujer! Y llegaron más y más enemigos, uno después de otro; a veces Ichigo se preguntaba cómo había podido crecer tanto en tan solo unos años.
Ahora su vida había vuelto a un ritmo lento, por fin podía dormir tranquilo y vivir una vida rutinaria pero satisfactoria ¿Y qué era lo mejor de todo? Rukia estaba de nuevo a su lado. Cuando la pateo acusándola de ladrona jamás pensó que ella se convertiría en su primera novia.
En esta nueva etapa de su relación se estaba dando justo como le gustaba, con pequeños pasos.
Almorzaban juntos, recogía a Rukia del escuadrón y caminaban juntos hacía la mansión Kuchiki todas las tardes, cenaban junto a Byakuya y, ocasionalmente, Renji también los acompañaba en esos momentos. Ichigo agradecía que la mayoría de las veces el resto de nobles estirados no los acompañaran, era muy desagradable tener que comer viendo sus rostros llenos de soberbia. Sin embargo, si había un pequeño y riesgoso cambio. Antes cada uno tomaba su camino hacia su habitación después de cenar, pero últimamente habían decidido pasar un tiempo en la terraza para hablar un poco más o pasar un rato a solas en silencio. Era, más una cuestión de juego, le gustaba tener esos momentos de paz con Rukia sabiendo que el día siguiente sería agitado, tal y como en los primeros días en Karakura. Después de pasar unos minutos regresaban a sus habitaciones. Ichigo debido al cambio de ruta ahora tenía que pasar por el cuarto de Rukia, siempre se despedía de ella tomando sus manos, era algo insignificante, pero era muy significativo para ambos.
Habían hecho un pacto silencioso: No le contarían a nadie por el momento, ni amigos ni familia, y mucho menos a Rangiku Matsumoto (que era sinónimo de que hasta las piedras se enteraran) no era que se sintieran avergonzados, sino que disfrutaban de poder seguir juntos sin sentirse cohibidos por las miradas de otros.
Todo iba "normal" hasta que una noche Rukia no le soltó las manos al despedirse.
—Quédate un poco más.
Ichigo se llevó la mano a su nuca, nervioso, esto se había convertido en un hábito debido a ella.
—No sé si sea correcto Rukia.
—No tienes que preocuparte por esa clase de cosas— ella le sonrió, estaba llena de confianza. Ichigo a veces pensaba en sí mismo como un mojigato al lado de Rukia, siempre cuidando hacer lo "correcto". La había llevado a cenar, la recogía y le compraba dulces ocasionalmente. Era un buen novio primerizo.
Ella empezó a verlo esperanzada, casi triste, no podía resistirse a esa mirada.
—Supongo que puedo quedarme unos minutos más.
Rukia sonrió automáticamente y abrió la puerta al tiempo que lo jalaba a la oscuridad de su habitación. Ichigo se tensó de inmediato, no era la primera vez que entraba a esa habitación, pero antes había sido como su amigo, ahora era su novio. Lo reflexionó un momento, en verdad era absurdo sentirse de esa manera, ellos no iban a hacer nada malo.
—Ven, quiero mostrarte algo— ella le soltó la mano para ir a su armario para sacar de este un kimono que creía era de color morado con flores rojas y hojas doradas, aunque podía estar equivocado por la poca luz—. ¿Verdad que es lindo?
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Un Final Imperfecto [IchiRuki]
FanfictionA Ichigo Kurosaki le tomo dos años decidir que era lo que quería hacer con su vida: Ser shinigami. Dejo su vida normal que realmente no le hacía feliz para comenzar una nueva en la Sociedad de Almas; Rukia a vuelto a ser una constante en su vida, y...