Capítulo 2

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Ser un verdadero shinigami era muy distinto a ser uno sustituto. Empezó como todos, sin el más mínimo rango, aunque intimidaba bastante al resto de sus compañeros que no llevaban mucho en la división. Era Ichigo Kurosaki, el ryoka que armo un alboroto en el Seireitei hace cinco años dispuesto a todo con tal de salvar a una mujer que no llevaba mucho tiempo de conocer, destruyendo el Sokyoku (que ya estaban volviendo a reconstruir para disgusto de Ichigo), venciendo capitanes y tenientes en el proceso; el shinigami sustituto que peleo contra Espadas y el excapitán Aizen y al cual lo derrotó a costa de sus poderes; y era quien había vencido a Yhwach, con ayuda, pero él había dado el golpe final.

Era una carta de presentación bastante impresionante, pero a Ichigo no le interesaban los beneficios de ser "famoso". Aunque sentía que le ponían más trabajo y entrenamiento que a los demás, le bastaba con hacer su trabajo y tomar té de vez en cuando al lado de Rukia y Renji.

La vida en la mansión Kuchiki era bastante buena, veía a Rukia seguido y podían hablar brevemente, a veces pasaba a recogerla de su escuadrón, pero empezaba a notar miradas extrañas de parte de Byakuya, al cual para su disgusto ahora llamaba Capitán Byakuya. Era una mezcla de lo que ambos querían, Ichigo le seguía llamando por su nombre de pila pero era "respetuoso" como Byakuya decía que debía ser, llamándole por lo que era: Un capitán. No es que el pelinegro estuviera de acuerdo con que le llamará de esa forma. Pero al parecer había entendido que no podía controlar a Ichigo, no importaba que ahora técnicamente era su jefe.

Quizás Byakuya pensaba que estaba pasando mucho tiempo con Rukia. Si supiera que la tuvo por aproximadamente dos meses, quizás más tiempo, en su habitación. Seguro se le caería el pelo de la angustia.

Ichigo sentía que había sido un buen joven, durante ese tiempo nunca había tratado de abusar de la inocencia de Rukia, ni era un mirón y nunca rebuscó entre el armario, a pesar de que se suponía que era de él, porque respetaba siempre su intimidad. Ni siquiera se le ocurrió hacer algo por el estilo. Él no era un pervertido, no importaba que tan bonita Rukia pudiera ser.

Momento.

¿Acababa de afirmar que Rukia era bonita?

Dejó salir una risa nerviosa, por supuesto que ella no era bonita. Estaba hablando de Rukia, la mujer que le apoyó en momentos difíciles, que andaba regañándolo y diciéndole que hacer, que abrazaba conejos horrendos como una niña pequeña y que preparaba un curry exquisito. Pero no podía, o más bien quería, catalogarla como simplemente "bonita".

Rukia estaba más allá de los estándares de belleza.

—No puedo creerte enana.

— ¿Qué? ¿Por qué no? Es una posibilidad.

—Vamos, sé que no eres para nada débil, pero eres bastante introvertida, vas a necesitar tratar con mucha gente si te conviertes en capitana, además...— pasó su mano por sus cabellos, un habito que últimamente repetía mucho cuando estaba a su lado—, tú no tienes bankai.

Ella lo miró como si estuviera escuchando estupideces.

— ¿Cómo es que crees que he mantenido a la división trabajando hasta ahora?

—No había pensado en eso.

—Y por si no lo sabías, yo sí tengo bankai. Luche contra Äs Nödt durante la batalla contra los Quincy, sin un bankai no hubiera podido luchar contra él.

—Pues no te creo.

—Cuando quieras puedo mostrarlo. Aunque te aclaro que puedo dejarte congelado.

— ¡Ja!, ¿de la impresión?, no lo creo.

Rukia cerró los ojos, bastante divertida.

—Ya verás como si te congelas.

Un Final Imperfecto [IchiRuki]Where stories live. Discover now