- III -

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Soy tan ridículo, arranqué una flor y estoy quitándole los pétalos repitiendo: "voy o no voy a verlo". Después me arrepentiré de haber destrozado la planta.

Antes de terminar con tal acto meloso, ya sabía la respuesta.

Este es el día y estoy tembloroso, me odio tanto por tener miedo a algo que no se puede evitar. Según mis cálculos ya debería estar en el edificio. Fui a echarle una última mirada al piso de abajo desde mi preciado lugar. 

Avisté una mesa, y en ella un cartel, con letras realmente grandes remarcadas con diferentes colores, decía:

"¿Me extrañaste?"

Con un brinco al corazón y el pulso acelerado, casi rompo mi compostura que había tardado tanto en blandir, alejando el nerviosismo y la tensión. Aunque sin dudas, fue el factor definitivo para salir corriendo, brincar los escalones para llegar tan rápido como me fuera posible y tocar la puerta de mi vecino. Me recibió con los brazos cruzados, con una mueca en su rostro y allí estaba, tan alto y hermoso. Con su forzado coreano replicó:

-Demonios, te tardaste tres años para venir a mí.

Seguidamente, me regaló las más preciada de las vistas: su rostro esbozando una sonrisa de oreja a oreja, la que dejaba ver sus dientes de perlas y sus pómulos tomaban una adorable forma por el esfuerzo de los músculos faciales. Sí, es perfecto.

Nuestras miradas fueron suficientes y me tiró hacía él para arrollarme entre sus brazos. Hundí mi rostro en su cuello atesorando el instante, rogando por que nunca se acabara, amándolo tanto como se me antojara. 

-Estas son mis últimas vacaciones aquí.

Me soltó de pronto y pareciera como un gran rompecabezas de miles de piezas, que tomó días en ser completado, se destruyó en un abrir y cerrar de ojos. No pude evitarlo y mi vista comenzó a empañarse.

-Hey, tranquilo. Perdón, creo que no debí decirlo así.

Puso su pulgar debajo de mi ojo, secando la pequeña gota que se escapó de mí.

-Es que estudiaré la universidad aquí en Corea, por lo que me voy a mudar a este departamento.

No podía procesar tal cambio radical en mis emociones y es que según escuché, así es el amor. La felicidad no cabía en mí y me tenté a robarle un beso por lo extasiado que me encontraba. Ya no más esperas pero sobretodo, nunca más despedidas. 

Le solté un pequeño golpe en el hombro:

-Idiota, casi se me baja la presión del susto. No tienes idea de lo mucho que espero por verte todos los años. Esto parece un sueño.

Las palabras salieron solas de mi cabeza y hace unos días, no me habría imaginado pronunciarlas en voz alta y mucho menos a él. 

Apretó mi cachete fuertemente, provocando un dolor en mi rostro que se disipó al instante. ¿Cómo? El chico que tanto me gustaba había posado sus labios, templados y suaves justo donde había dejado el pellizco.  

-No es un sueño, ¿ves? 



La vista desde el balcón// NCT~ MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora