El arte de perdonar

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El tiempo corre cuando te diviertes. Si eso es cierto entonces sin duda vuela cuando amas, porque de aquel primer beso y la confesión que cambió sus vidas habían pasado ya cuatro años. ¿Qué no había pasado en esos cuatro años? Para Twilight una felicidad de proporciones inmedibles, como aquella que solo creía posible en los cuentos de hadas. Spike de alguna forma se las ingeniaba a diario para darle nuevas experiencias, nuevos recuerdos imborrables y nuevas formas de amarla. Claro que, como bien se lo habían advertido, no todo había sido regalos en cintas blancas. Muchas veces se habían enfrentado a la crítica, la intolerancia y los prejuicios de una sociedad que no entendía lo que ellos tenían. Más difícil había sido cuando las noticias de su relación se volvieron de dominio público en Ikaruga.

Basta con decir que tras cierto incidente los dos amantes tuvieron que pasar dos meses en un refugio secreto proporcionado por la Princesa Celestia, mientras Ragnarok cazaba a los miembros de cierto grupo de conservadores que habían tratado de matar a la pareja. Castigándolos con ejecuciones públicas muy, MUY meticulosas, el noble Rey se aseguró de que cualquier dragón que desaprobara la unión de Spike y Twilight se lo pensara dos veces antes de hacer cualquier cosa más allá de expresar verbalmente sus opiniones.

Por supuesto que no todo había sido adversidad tampoco. No solo ellos se habían llevado grandes cargamentos de felicidad en esos años. Fluttershy y Swift Relief tuvieron a su primer hijo, un pegaso naranja de crin marrón y ojos verdes a quien llamaron Neem. Pinkie Pie había ganado consecutivamente el concurso de repostería en Canterlot por tres años. Rainbow Dash era capitana de los Wonderbolts desde que Spitfire se retiró para dedicarse al cuidado de sus hijos.

Pero lo que sin duda nadie se había podido esperar era nada menos que el matrimonio de Big Macintosh con, ¿están listos para esto?... Zecora. Un día de la nada en que la cebra había ido a la granja de los Apple, el gran semental rojo se le acercó y sin demasiada cavilación le preguntó si podría invitarla a salir. Las cosas se dieron de forma tan increíblemente naturales que ni a ocho meses después ya se estaban casando. Lo cual había sido toda una bendición para la familia, y sobre todo para la abuela Smith quien no tenían ninguna intención de morirse antes de que nacieran sus bisnietos. Lo cual pasaría en unos dos meses más.

¿Y Twilight? Aunque nunca se deja de aprender, la Princesa Celestia había decretado hace ya hace más de un año que ya no tenía nada que enseñarle, que Twilight no fuera capaz de descubrir y dominar por sí misma. Así pues, Lady Twilight Guardiana de la Armonía y Portadora del Elemento de la Magia; era ahora también conocida por su título de Maestra de la Magia, Twilight "La Cósmica".

Aunque aquel título le valía poco al compararlo con su puesto de novia de Spike, quien había seguido el consejo de la unicornio y se había puesto a estudiar Gastronomía. Si, la vida había se había vestido de dorado en esos años.

Pero en aquel día Twilight no tenía motivos para despertar llena de alegría…

Se despertó en su cama, la cual como en las últimas noches se sentía extrañamente grande y fría. Lo cual no era de extrañar pues no había brazos que la acobijaran, ni un pecho o un hombro sobre el que reposar su cabeza. Suspiró con tristeza al ver el vacío que había del otro lado de la cama. Fue a su baño donde se acicaló con apatía, pues no había nadie para quien quisiera lucir presentable. Bajo a la cocina donde comenzó a preparar su desayuno, en vista de que no había nadie que se lo hiciera. Se sentó en soledad a comer de su desayuno, el cual le sabía inenarrablemente insípido. De pronto se escuchó que alguien tocaba la puerta y tras quitar el cerrojo entró Pinkie Pie saltando alegremente.

-¡Buenos días Twilight! ¡Vine a darte tus invitaciones de…- la brillosa alegría de la repostera se apagó a ver la miseria de la amiga que había ido a visitar.

la impredecible magia del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora