Capítulo 2 - 25 Enero de 1957

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25 Enero de 1957 capitulo 2

Muchos hubieran catalogado una guerra como el peor acontecimiento que le pudo pasar a la historia de la humanidad, pero para el general Kim JongIn, era algo que no causaba ningún estrago en su vida, salir de casa después de la muerte de su madre vaya que fue lo mejor que le había pasado y ser condecorado como general era algo de lo que se sentía más que orgulloso

A pesar de haberse mudado a aquella ciudad para pasar un merecido aquellos malditos –como él les llamaba a sus compañeros de trabajo- no perdonaban nada, tan solo con tres meses viviendo en aquel lugar ya lo habían llamado para "Una junta importante"

Y vaya junta importante, solo lo habían citado para tomar una taza de café en el lugar más popular de la ciudad y bueno vaya que lo era, el establecimiento era demasiado bonito, había algo más en ese lugar que le daba vida, que le daba alegría

Si tenía que haber algo más...


-¡Si no abres la maldita puerta en este instante la tirare de un golpe!- Esa voz, además de irritante era conocida, y puede ser que solo por eso Jongin dio tantas vueltas en su cama para poder abrir la puerta


Pero en sus adentros, algo le decía que su amigo no bromeaba y sin pensarlo ni un segundo más y aun con su cabello alborotado abrió la puerta encontrándose con aquella persona que perturbaba su tranquilidad


­-Si nadie te tiro un plomazo, lo haré yo con mucho gusto Sehun- Gruño el dueño de la casa aun su voz soñolienta y cansada


­­-Lo demás muchachos acaban de rentar aquella cafetería entera, y estamos invitados, así que cámbiate y salgamos- Y sin ningún pase de entrada el alto se lanzó en uno de los sofás mientras subía sus pies a la mesita que adornaba la sala


Lo pensó, infierno que le dio un millón de vueltas en la cabeza, su plan de quedarse en cama había sido arrugado como un vil pedazo de papel y botado a la basura en un instante por su amigo de batalla. Jongin saco su pensamiento de la basura y no solo lo arrugo, lo hizo trizas, pues en menos de un segundo el general subió a su habitación y cambio su cómoda pijama por lo primero que encontró su muy desordenado armario.

Tal vez no era el hecho de que su amigo lo estuviera invitando, o el hecho de que sus amigos que sobrevivieron a la guerra estuvieran ahí

Era otra cosa...

Pero si de algo estaba seguro, es que no quería saber nada de trabajo mientras viviera en aquella pintoresca ciudad, pero no le caería mal un café con aquellos colegas con quien paso los mejores y peores momentos de su vida.

En aquella pintoresca cafetería no se escuchaba otra cosa que no fuera las risas ostentosas de todos los hombres que se encontraban en el lugar, pero para Jongin, el mundo se detuvo desde la silla donde se encontraba sentando y es que ahí estaba de nuevo

Aquel par de ojos y finos rasgos del chico que le atendía, tal vez era la calidez del joven la que le recordaba al hogar que tenía antes de abandonarlo, porque demonios aquel chiquillo le recordaba a su madre, aquella risa y esa sonrisa tan cálida que brindaba a cada cliente que atendía.

Esa calidez y ternura la veía radiar como el sol a medio día sobre los orbes de un café claro y ojos algo pequeños igual que la complexión del mismo. Cabellos dorados y unas finas manos que ahora, deseaba abrazaran su espalda. Aún no sabía cómo ni por qué, solo habían pasado tres meses a su llegada ahí y se sentía como si un completo extraño estuviera poniendo su mundo de cabeza y todavía no habían intercambiado alguna palabra

Todavía....

Y ahí estaba la respuesta a la pregunta que se había formulado desde la primera vez que puso un pie en aquel establecimiento, aquel muchacho de finas facciones era lo que le daba vida y alegría a ese lugar, bueno al menos para él lo era.


-Lo siento caballeros, pero si dejo que se lleven a mi amigo este lugar perderá todo su encanto- La voz de uno de los meseros lo saco por completo de su suave nube de pensamientos 


Aquel chico de apariencia gatuna se recargaba en los hombros del bonito mesero sin ninguna preocupación, parecía ser muy buenos amigos


-Aun así, Mi nombre es Baekhyun y seré su mesero en su visita- y ahí estaba por fin, su voz era igual de suave que sus mejillas y su nombre era igual de fino que sus manos.


Y en cuanto la sonrisa adorno el rostro de aquel chico su cordura se desplomo hasta los suelos ¡mierda! Algo como eso jamás le había pasado y mucho menos con tanta sencillez y de algo estaba seguro, se había vuelto tan débil y vulnerable por el en menos de un minuto, no un minuto era demasiado tiempo, en menos de un segundo

JongIn recordó aquellos cuentos que su madre le leía cuando era niño antes de que fuera a la cama, aquellos cuentos donde el príncipe rescataba a la damisela en apuros, o de aquella joven que se encontraba encerrada en una torre y su héroe subía sin temor alguno aquella estructura echa de piedra y alguna otra pieza de mármol, con el único fin de rescatar al amor de vida

Todas aquellas historias comenzaban con un amor a primera vista y terminaban con "felices para siempre" pero esas eran solo historias infantiles ¿o tal vez no lo eran?

No, no lo eran, pues en cuanto JongIn postro sus ojos en aquel lindo mesero todos esos cuentos parecían tener lógica, parecían ser verdad...

Tal vez eso era a lo que se referían con amor a primera vista... tal vez lo era... y en la cabeza de Jongin esa palabra se encontraba dando vueltas

Y el nombre de aquel bello chiquillo... Baekhyun....  

Para mi amado Baekhyun... [Kaibaek fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora