S i e t e.

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Aún está observandome.

Una persona se interpone en mi vista hacia él. Tomo un respiro largo y, cuando la persona deja de interrumpir, vuelvo al juego. Aún está viéndome. Parecen ser eternos los segundos... me sonríe ladinamente y niega con la cabeza.

Dios, ¿quién lo entiende?

Intento tomar mi taza de café sin ver en donde está. Pero fallo y hago que el líquido se salga del frasco; he estropeado todo lo que he avanzado en mis trabajos. Me quejo mentalmente y pienso en lo ridícula que me estoy viendo ahora.

Intento recoger las hojas y escurrirlas pero todo es en vano, ahora mi ropa también está llena de café.

Escucho una risilla, levanto mi vista y lo veo de pie frente a mi mesa.

—Toma—me extiende un pañuelo para que pueda limpiar. Empieza a levantar mis cosas y le veo extrañada.

—Gracias—es lo único que le puedo decir. No sé porqué las palabras no me salen, ¿estará él bien? ¿por qué no puedo decir nada?

—No es nada... limpia ahí—me señala la punta de la mesa con su cabeza y eso hago. Deja mis cosas ahí, toma la taza y la dona la lleva al mostrador. Llama a Jafet y dice algo que no logro descifrar.

Esto es realmente extraño.

¿Es bipolar?

—No puedo hacer nada por tu ropa—se encoje de hombros y sonríe—Soy Reece—me extiende su mano y la tomo.

—Nicole—le respondo.

El toma asiento frente a mí.

Sus cambios de humor me tiene mareada.

Y su cercanía me pone nerviosa.




Un café con Reece ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora