E P Í L O G O.

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Reece.

-Ma, por favor, trata de tranquilizarme- suelto una risilla- Creo que esta es la primer chica que de verdad me ha movido el piso.- respiro profundo- Realmente necesito que todo sea perfecto.
-Tranquilo, cariño- ajusta mi corbata y dice: Todo saldrá perfecto.
-Eso espero.
Me volteo hacía el espejo. Doy una media sonrisa ante mi reflejo, sólo porque mi mamá está aquí…
-Tranquilo, Reece- se acerca a mí y me da un abrazo- Ella estará encantada, ya verás, cariño.- me da una nalgada. Me volteo a verla con cara de burla ante su acto y me dice: Aun soy tu mamá, ¡arriba ese ánimo!- suelta una risilla al aire y se va.
Me quedo sonriendo frente al espejo por lo anterior dicho de mi madre…
Posteriormente doy un último vistazo a mi complemento y parece ser perfecto.
Siento como los nervios recorren mis venas, estoy nervioso; ansioso, asustado, pero feliz. No lo sé, son muchas emociones para una sola persona. Suelto una sonrisa y niego con la cabeza.

Mi celular suena y leo el mensaje:
“Buena suerte hoy, R. –J”
Digo un gracias y guardo el celular en el bolsillo.
Salgo de la habitación y me dirijo a la sala de estar. Por inercia sé que mi madre está ahí esperándome.
-Estoy listo- le digo. Ella deja de leer la revista y se pone de pie.
-Sé que todo saldrá espectacular.
-Tengo miedo de echarlo a perder mamá, y sabes…
-Shh- pone un dedo sobre mi boca- ni lo menciones, Reece. Todo saldrá de maravilla.
-Me voy, ma- dejo un beso en su mejilla.
-Alto ahí- me dice, toma- me extiende las llaves del auto y luego dice: -No vas a pegar el color de pasar por ella en taxi- suelta una risa.
-Gracias, ma- le doy un último beso y salgo hacía el garaje.
Arranco el auto, pongo mis manos en el volante y siento como mis manos sudan. Mi corazón está latiendo a mil por hora, parece que ha de salirse de mi pecho, ¿será eso posible? Doy un poco de gas, y empiezo a salir del garaje. Cuando salgo a la calle principal toco la bocina y saco la mano haciendo un ademan a mamá, quien me mira por la ventana, sé que ella también está tan emocionada como yo.
Es increíble lo que una persona puede hacerte sentir… y aunque no se lo haya demostrado físico y verbalmente; mi corazón, alma y cuerpo entero, desea hacerlo.
Es bueno hacerlo; me refiero a gritar a los cuatro vientos lo que sientes por alguien. Que viva el amor.
Recordando pequeños detalles sobre la cita en mi mente, me detuve en cuento me di cuenta de que nunca le pedí su dirección ni número de teléfono.
Una abofeteada Reece. Bien hecho.
Acelero un poco y llego a la cafetería, visualizo a Jafet, mi amigo y confidente de la sorpresa que preparamos para esta noche.
-No vas a creer lo torpe que he sido, J.- chocamos palmas- he olvidado pedir su número y dirección- me rio.
-¿Sabe que es aquí?- asiento- Entonces no hay problema- se encoge de hombros- también tome el atrevimiento de pedirle que viniera, mmm, algo formal- sonrío.
-Ay, qué haría sin ti amigo mío- le doy un abrazo.
-Por cierto, que luces como todo un galán, ¡caray!- da palmadas y ríe.
-Gracias.
-De lo que es capaz un hombre de hacer cuando está enamorado.
Asiento- creme que sí- me lamo los labios- nunca me ha gustado tano una chica, y ni que hablar del traje, detesto esto. Pero todo sea por impresionarla.
-Hablando de impresiones, ¿qué te ha parecido la decoración? Rebeca se ha ido a cambiar, seremos los meseros en esta noche especial.
-Gracias por sacar de tu tiempo, Jafet.- le sigo mientras él me muestra el lugar.
En lugar de las mesas ahora hay decoraciones con globos rojos. Hay una mesa central, iluminada con una luz blanca y el resto del salón con diferentes tonalidades; rojas, verdes, azules y color rosa.
La mesa central, que es sólo para dos, está decorada por un globo rojo, grande, con brillitos y que dice: “¿Quieres un café eterno?”.

-¿En serio, Jafet?
-¿Ah?
-¿Un café eterno?- él ríe.
-Pues, sí. ¿Así no fue como te conoció?
-Sí, sí.
Sigo inspeccionando el lugar, me acerco a una mesa y puedo notar un ramo de flores rojas ahí. Volteo a ver a Jafet, m mira con los ojos bien abierto y puedo leer en sus labios un “ahora”. Por inercia tomo el ramo y lo llevo conmigo a la entrada.
Ahí viene Nicole.
Trae un precioso vestido gris, que llega hasta las rodillas, ajustado a su cuerpo; el cual resalta su figura ejercitada. Su cabello lo trae atado en un moño, maquillaje simple y un sencillo collar rodeando su cuello.
-Te ves…
-Ay, por favor- me interrumpe- no empieces- suelta una risilla nerviosa- deja las formalidades.
-Te ves hermosa, Nicole- sonrío y dejo un beso en su mejilla.
Ella sonríe cabizbaja y dice un: -Gracias.
-Esto es para ti- extiendo el ramo de flores frente a ella. Ella lo toma, alza su vista hacia mí y puedo notar un brillito especial en sus ojos.
-Gracias, Reece- deja un beso en mi mejilla. Siento al instante como mis mejillas se ponen calientes, he de estar rojo… como un tomate.- y tú también- me dice.
-¿Ah?
-Tú también te ves lindo.
Niego sonriendo y nos adentramos al lugar.

Un café con Reece ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora