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Capítulo 9. Final.

Helen se aseguró de que nadie lo vería, el parque ya estaba vacío y a lo lejos notó que Leah estaba sentada en la banca acordada, no podía ser alguien más, nadie se atreve a estar por esos lados cuando está todo desierto.

A medida que se iba acercando notó que Leah se había percatado de su presencia, de seguro estaba muerta de nervios, pero eso acabaría pronto. Se detuvo frente a ella y una mueca de diversión se asomó en su rostro, claro que Leah no podría verle, ya que estaba utilizando su máscara.

—¿Q-Quién eres? —preguntó con un hilo de voz—, por favor, no me lastimes.

Helen rio en voz alta ante las súplicas de Leah, mientras ella se quedaba paralizada en su lugar por el miedo.

—Ahora vas a escucharme bien porque no lo repetiré —amenazó tomándola del cabello y acercándose a su rostro—. No vas a emitir ningún ruido y harás lo que yo diga.

Leah asintió con rapidez, reprimiendo las lágrimas que querían salir. Tenía los sentimientos acumulados dentro de sí, temor por su vida, tristeza y decepción, también rabia contra Helen, si él no la hubiese dejado plantada esto no estaría pasando. Su muerte quedaría en su consciencia.

Pensaba en escapar, pero no podría ir a su casa, él sabe dónde vive y no podía exponer así a Anna, su padre llegaba muy tarde del trabajo y no sería grato encontrar a su familia asesinada.

Se detuvieron en un lugar lo bastante oscuro como para que Leah tuviese que parpadear un par de veces acostumbrándose al ambiente. Fue acorralada y cerró los ojos con fuerza, no quería ver lo que estuviese a punto de pasarle.

—Sabes Leah, cuando te visité me impresionó bastante ver dibujos míos en tu cuaderno —habló dejándola confundida.

Abrió los ojos y se atrevió a mirarle, miles de ideas pasaron por su mente, ella nunca lo había dibujado a él a menos que...

—No... —susurró Leah— No puede ser.

—Vaya que eres lenta —comentó con burla—. De todos modos, me gusta así, he estado reflexionando y me di cuenta de que eras especial...

Leah no se imaginaba este momento así, quería que todo fuese mentira, no importaba si era una broma de mal gusto. No podía creer que Helen fuera un asesino y que ella haya estado tan cerca de él por tanto tiempo y como tardó en notarlo. Quizá no era Helen, una pequeña parte de ella quería creer que no era así...

—Por eso mereces algo diferente —dijo con una voz que le causó escalofríos, mientras pasaba el cuchillo lentamente por el cuello de ella sin presionar.

Dejó de jugar con el arma y comenzó a quitar su máscara con cuidado revelando su identidad.

Leah cayó en cuenta de todo, por qué llegaba tarde al taller, por qué era tan distante, por qué le aconsejó que no lo delatara; y si ella hubiese hecho caso a sus indirectas alejándola, esto no estaría ocurriendo. Su maldita curiosidad con Helen había hecho que su vida corriera peligro, todo era su culpa.

—¡Por favor! —exclamó casi en un lloriqueo—, no le diré a nadie quién eres ¡Lo juro!

Lo único que recibió fue una cachetada, su mejilla derecha ardía y esta vez no pudo contener el llanto. Era un asesino, obviamente no le iba a tener compasión alguna.

—Aquí se hace lo que yo digo —dijo con rabia poniendo el cuchillo en su cuello nuevamente.

Leah no podía dejar de llorar, todos sus recuerdos venían a su mente con rapidez. El miedo la invadía, sólo esperaba que todo terminara pronto, o mejor aún, que no fuera real.

—Como decía —continuó hablando—, mereces algo diferente y tuve una idea genial, ¡serás mi primera víctima que verá mi rostro antes de morir! ¿No es emocionante?

La rubia trató de correr, pero inmediatamente fue atrapada por los brazos de Helen y claramente, él tenía más fuerza.

Entró en desesperación y no podía parar de sollozar, además ver la cara de maniático de Helen no le ayudaba en nada. Siempre había querido verle sonreír, pero jamás pensó que su sonrisa sería tan perturbadora.

—No llores tanto, ahora te convertirás en algo mejor —dijo sin quitar su sonrisa.

Leah miraba a todos lados, no sabía qué horas eran seguramente tenía muchos mensajes de Anna preocupada.

Pensó en todos los momentos que se perdería, jamás podría ser una hermana mayor, tampoco podría crecer y tener su propia familia. Recordó lo idiota que fue al no contarle nada a su padre y pensar en la forma desesperada en que él la buscará y jamás la podrá encontrar...

—Por favor, Helen —rogó—. Déjame ir, juro que no diré nada y no te volveré a molestar, mañana ni siquiera me veras por aquí.

Helen la miró por segundos que se le hicieron eternos para finalmente hablar.

—Eso debiste hacerlo hace tiempo. —Sacó el cuchillo nuevamente— ¿Mañana dices?

El pelinegro rio sonoramente y acorraló a Leah en el muro nuevamente, encajó el cuchillo en su estómago y la miró a los ojos.

—No estés emocionada por mañana, porque no habrá un mañana.

Leah recibió múltiples puñaladas en el estómago, cada una más dolorosa que la anterior, la sangre brotaba en abundancia y todo se hacía más borroso a medida que pasaban los minutos. Estaba muriendo y lo último que vio fue a Helen, su amor no correspondido terminando con su vida.  

Curious《Bloody Painter》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora