Dos cartas y fin de la historia

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"14.02.18

Querida Mariana:

¿Cómo estás? Aunque viendo cómo me has escrito durante  estos ocho años, puedo decir que bien.

Hoy quiero mandarte mis más grandes deseos y bendiciones. Gracias por ser la mejor amiga de todo los tiempos y por ser la tía más genial-eso te lo manda pequitas junior-. Sin embargo, hoy quiero escribirte para felicitarte por dos cosas.

Número uno: por San Valentine y por estar en contacto conmigo, aunque no nos hayamos visto en persona tras tantos años.

Número dos: quiero felicitarte por la buena nueva que me contó la tía Rachel. ¡Felicidades por el pequeño en camino! Él debe estar feliz

Sin mas que decir, se despide tu servidor y mejor amigo del universo.

Te quiero,

Christopher."

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El juego de baloncesto se escuchaba hasta la cocina y yo solo negué con la cabeza y sonreí.

Empecé a teclear...

"14.02.18

Querido Christopher:

Veo que la tía Rachel es peor caja de secretos de lo que esperaba. Gracias por los chocolates y dile a Tiffany que,para mí, ella es la sobrina más genial del mundo.

En cuanto a lo otro... Sí, él está feliz.

¿Quien lo hubiera dicho? Yo, siendo madre, era una cosa de la cual me hubiese sorprendido años atrás.

¡Pero tú no te quedas atrás, padre del año!

Ya somos viejos, Christopher y nuestras historias siguen avanzando.

Quizás debas venir para San Patricio, no quiero tener otra festividad más lejos de ti. Es hora de vernos como antes; así, de seguro, mi esposo no estará quejándose tanto por estar rodeado de puras mujeres.

¡Lo esperaré con ansias!

Te quiero,

Mariana."

Tras enviar el correo, cerré la computadora y decidí que ya era hora de preparar el almuerzo.

Sin embargo...

Al darme la vuelta, unos brazos me rodearon y yo solo pude sonreír por el dueño de aquel olor a canela.

—¿Qué tanto hacías? Ya te estaba extrañando.—se separó y posó una mano sobre mi mejilla.

Hice una mueca y fingí molestia. Me crucé de brazos y dije...

—¿Cómo?

Él fingió miedo y rápidamente se puso de rodillas y...

—¡Ah, cierto!—colocó un beso en mi vientre—También te estaba extrañando a ti, pequeñín.

Sonreí y luego de un momento, él se levantó.

Abrazándome, me murmuró al oído...

—Gracias por darme este regalo, además de aquel.
—¿Además de aquel?

Se alejó de mí y me miró sonriente.

—El poder conocerte por casualidad o por destino...ese fue el más grande regalo, Mariana.

Él, en verdad...

Lo abracé y susurré aquellas dos palabras que, aun cuando estuviese con canas o en el más allá, nunca me cansaría de decirlas.

—Te amo, Alex.

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Y así fue como, tras un corazón roto y un encuentro...
           ....aquel dicho cobra fuerza.

El pasado me abrió una ventana. El dueño de esa ventana...me cautivó con sus ojos grises.

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Fin.

Eres Mi Canela ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora