Allez-vous le laisser mourir?

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Las rosas impedían tu vista, trataste de cerrar la puerta con tu pie mientras que mantenías el equilibrio. Era temprano para recibir rosas o cualquier cosa, en realidad; bueno, quizá lo extraño era que recibieras algo, ademas de impuestos o alquiler.

Apoyaste las flores en la mesa, agarraste un jarrón de cristal que te había regalado tu tía, pero jamas lo usabas; porque bueno, nunca recibías flores. Lo que era un poco lamentable, para una chica, soltera y linda. Trataste de buscar alguna señal de quien había mandado tal ramo de rosas pero no había mas que una tarjetita que escribía "¿Vas a dejarlo morir o dejar que crezca?".

La frase era romántica y sencilla, en  una letra- escrita a mano- cursiva perfecta; aunque hubiera sido mucho mas romántico si supieras quien la mando.

(...)

Viernes.

Durante toda la semana, recibiste el mismo ramo de rosas, a la misma hora y misma tarjeta. Trataste de chantajear al repartidor para que te diga  quien enviaba esas cosas, pero simplemente recibiste un "No podemos decirle, esta en contra del protocolo", maldiciendo al cartero con sus estúpidas reglas te fuiste a sentar al sillón tratando de distraerte con una de esas telenovelas mexicanas. Pero claro que fue en vano, la curiosidad era innegable; pensaste en alguien que conocieras pero los descartaste al pensar lo idiotas que eran tus amigos como para hacer algo así.

Tu alarma de las 10:30 sonaba, era un sonido irritante y ya que te habías levantado temprano para recibir las rosas, no te quedaba más que agarrar tu mochila e ir a la cafetería - en donde trabajabas, claro- pensaste que probablemente estaba cerrada, sin embargo te aburrías y no pasaba nada si tomabas un café en otro lugar ¿verdad?

Ya decidida, agarraste tus cosas y te pusiste un poco de perfume, caminando por la pacifica calle. El día era nublado y gris, pero ya era costumbre aquel clima tan deprimente. Encontraste una linda cafetería, pudiste ver el gran cartel que contenía la palabra "SOMNIS"*, tenia un par de mesas afuera pero optaste por ir adentro, no vaya ser que se ponga a llover.

Tomaste el café tranquilamente, el lugar lo era; y eso era relajante. En tu mente aún rondaba el tema del chico misterioso, por un segundo pensaste que quizá era una chica, e internamente te reíste al deducir la decepción que se llevaría esa muchacha; si es que lo era.

Miraste el reloj en tu muñeca, no había prisa aún, faltaban 10 minutos para que la cafetería abriese; pagaste la cuenta y emprendiste paso hacia tu trabajo. La gente se notaba amargada, quizás; hasta enojada. Pero no era algo que te incumbiera.  Eras bastante feliz, probablemente un poco solitaria, te gustaría tener un poco más amigos, sin embargo por ahora te conformabas.

Cuando llegaste a la cafetería, todo estaba oscuro, solo entraban unos pequeños rayos de luz solar. Te acercaste al vidrio para ver si había alguien adentro, pero no había nada más que mesas, sillas y el mostrador. Con un puchero de sentaste en el escalón de la puerta; recordando porque nunca salias antes de lo debido.

- ¿___? ¿llegaste temprano? 

Apenas escuchaste la voz de tu jefe - Andrew- , te levantaste. No era que le tuvieras miedo, ni mucho menos, era una persona bastante mayor. El y su esposa, habían fundado el lugar cuando eran jóvenes, eran como los típicos abuelos que te daban plata a escondidas de tu padres. 

- Si, yo... Solo salí temprano y bueno, aquí estoy. -Tus manos se juntaron detrás de la espalda, estabas un poco nerviosa y es que no le habías dicho a tus compañeros de trabajo lo de las flores.  Que en realidad, eran tus únicos amigos- ¿Cómo esta Ella? 

- ¡Oh, esta bien! Vendrá mas tarde, parecía cansada así que la deje dormir. - Mientras decía esto abría la puerta del local- Cuando llegue, vas a ver como me regaña por eso, no le gusta que yo venga antes que ella.

Aѕα Bυттεяƒιεld • Oиε Sнσтѕ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora