*Capítulo Único: "Sueño diáfano"

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Y lo más puro que poseíamos, y que con dificultad alejamos del mundo deleznable en el que nos hallábamos sumergidos, fue destruido en el tiempo que una lágrima se deslizó en dirección a mi mejilla.

Grité, con lo más hondo de las emociones que albergaba, grité una y mil veces para recuperar al ser profano que más adoraba mi corazón; mas la negrura del destino, provocó que él ya no me escuchara con la misma claridad que antes nos acogió en una burbuja de felicidad.

—Por favor —supliqué ahogándome con las lágrimas que surcaban mi lívido rostro, reflejo de una expresión provocada por la infelicidad que me embargaba—, por favor —reiteré mi petición. Arrodillado y tomando una de sus manos, le otorgué un ligero beso que demoró en deshacerse—. No quiero separarme nunca de ti —le confesé temblando por la impotencia que me susurraba al oído que era un inservible, que no lograría rescatarlo del enorme mal que lo asechaba—. No quiero perderte.

—Así tenían que ser las cosas —musitó con la voz perdiéndose en el aire de ese sucio callejón. De sus hermosos labios, escapó un poco de sangre, y mis sollozos no hicieron más que intensificarse al ver como su vida iba a la deriva de un enorme mar del que no saldría. No podía hacer nada, no podía salvarlo. Era demasiado débil para actuar.

Mi mente elucubró planes para conservar su alma junto a la mía; no obstante, ¿a quién podría recurrir? Nadie me ayudaría a rescatarlo. No cuando sus fechorías anteriores lo precedían.

—Recuerda que siempre te amé y jamás quise hacerte daño —me dijo antes de que sus ojos se cerraran a la luz opaca de la luna.

Todo el amor que construimos en los años que vivimos juntos, la pasión en la que nos hallamos subyugados por el fuego de nuestras venas; nada de ello servía en el instante que lo perdía por culpa de un ajusticiamiento que llegó demasiado tarde. ¿Por qué nos hacían eso? Ya no pertenecíamos a ese mundo estúpido.

—¡Yuuri! —grité al sentir que su respiración se apagaba y era reemplazada por una apacibilidad que revelaba su descanso eterno—. No puedes dejarme, por favor —le rogué que volviera a la vida. Incluso moví su cuerpo para despertarlo, pero me fue imposible restablecer el brillo de su antigua sonrisa—. Por favor —sollocé apoyándome contra su pecho—, haría cualquier cosa por cambiar este momento —mi voz se distorsionó al soltar una sentencia de la que quizá terminaría arrepintiéndome—. Haría cualquier cosa para que vuelvas a la vida.

Mis propias palabras se desvanecieron en el sin sentido cuando el viento que soplaba contra mis cabellos, se intensificó hasta calar en lo hondo de mis huesos. Mis párpados comenzaron a pesarme y una envolvente sensación de cansancio se apoderó del resto de mi sistema, haciendo que mi mente no encontrara sentido a las imágenes de mis vivencias pasadas. En la neblina de mis ojos, una figura extraña, pero que me resultó familiar, terminó por llevarse mi consciencia cuando posó una de sus manos sobre mi hombro... 

Hermosa Pesadilla [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora