Uno.

5.5K 249 21
                                    

— Parabatai. — Cuando se lo dice, Jace piensa que está siendo todo lo claro que puede ser sin descubrirse ante cualquiera que no sea Alec. Cuando se lo dice, espera que Alec entienda todo lo que encierra esa palabra, todo lo que Jace intenta decirle a través de ella. Cuando se la dice (con esa voz que es más suave, más cargada de sentimiento que cualquier otra cosa que él haya dicho en su vida, con ese brillo inusual en los ojos) es su manera de decirle «Te quiero.» y algo más, algo que ni siquiera él sabe con certeza qué es, algo que es mucho más intenso, más profundo, más complicado. Algo que está seguro que Alec entendería aunque él no.

Cuando le llama Parabatai, Jace lo susurra, lo pronuncia saboreando la palabra, acariciando las letras con su lengua, poniendo ese quién sabe qué que las hace diferentes. Parabatai y te quiero, te quiero te quiero te quiero tequierotequiero; hasta que todo se confunde y significa todo y suena como nada para los oídos de cualquiera que no sea Alec Lightwood. Para cualquiera, incluso para Alec.

Porque a veces Jace cuando lo dice, ya no dice nada. Porque se cansa, porque Alec parece no entender. Porque aunque desvíe la mirada no hay nada más que le indique que sabe, que entiende. Que es capaz de entender la magnitud de esa palabra tan simple y complicada.

Como él.


Alec, el cual observaba a Jace con cierta atención debajo suyo, su cuerpo sudado y desnudo, no podía evitar sentir como su corazón latía con fuerza ante su contacto y el cansancio de la acción recién realizada.

Sentía el semen de Jace escurrirse entre sus nalgas, además de su propio abdomen. La lujuria brilla en sus ojos, un par de cielos y otro par de oro líquido, como miel espesa, y dulce, y adictiva. Él es adictivo. Labios filosos y lenguas venenosas, que aman y que odian, pero que no sienten nada.

— Dime Jace — Respondió tras haber guardado silencio, aún sin ánimos de hablar del todo, ya que sabía, terminarían hablando de un tema que no querían tocar en ese momento. El celular de su parabatai había dejado de sonar, pero aún así, sentía la leve presión al respecto.

La mano de Jace acarició lentamente la curva de su cuerpo, subiendo suavemente hasta llegar a uno de sus pezones, el cual estaba rodeado con el vello de su pecho.

— Nada — Respondió el rubio, sus ojos fijos en los labios de Alec, queriendo volver a tomarlos y hacerlos suyos. Quizá es la manera en que Jace mira a Alec, como si fuera un deseo, como si fuera el premio y él el participante ganador. Un escalofrío recorre la espalda del chico pelinegro cuando se ahoga en el dorado, como oro liquido, consumiéndose. Se siente la presa, y eso hace que se le revuelva el estomago de manera (adorable) asquerosa. Pero entonces, parpadea, y ya no hay nada, simplemente el cansancio después del sexo.

— Me gusta cuando te corres dentro de mí — Confesó Alec, su mano derecha pasando por la espalda ajena, aún estando Jace encima suyo, solo mirándose mientras ambos miembros se acariciaban el uno al otro. — Me gusta la sensación, aunque es raro — Musitó, su voz era ronca, apenas un susurro que seguro no era demasiado audible si alguien les estuviera escuchando. — Deberíamos ir a la ducha. — Agregó segundos más tarde, sus grandes manos deteniéndose en la zona de los omóplatos de Jace, dedicándole una suave sonrisa segundos antes de inclinarse y dejar un beso en sus labios. Alec quería a su parabatai, era parte de su vida y no podía imaginarse un mundo sin él.

— Espera. — Murmuró, no queriendo alejarse aún, su pulgar haciendo suaves círculos en su pezón derecho a la vez que sus ojos apreciaban las facciones del joven Lightwood. — Déjame limpiarte primero. — Murmuró, levantándose de su sitio y con algo de autoridad, dándole media vuelta a Alec, para que éste terminará dándole la espalda y con ello, el rubio apreciar sus nalgas, su ancha espalda y después su culo, el cual al separar sus nalgas, pudo apreciar un poco de semen ya casi seco. — Relájate. — Agregó y se inclinó, dejando unos cuantos besos en sus hombros, bajando por su espalda.

— Espera, harás que me caliente de nuevo — Gruñó, aunque de forma automática alzó la cadera contra su parabatai —

— Shhh, calla — Sus manos separaron sus nalgas de nueva cuenta y su rostro se hundió entre dichos glúteos, su lengua tanteando un poco, dándole un suave toque a su entrada húmeda y así, con mayor precisión lamió su ano, comenzando a limpiar su propio semen, lo cual le arrancó un fuerte gemido de los labios del pelinegro.

       ༺۝༻

→ Hola, espero les haya gustado, lo dejaré ahí pero no porque no quiera hacerles algo más explicito, simplemente que todo a su tiempo, ah.

Cualquier cosa, no duden en dejármelo saber 🥀

Gracias por leer.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 13, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Secrets ; Jalec.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora