Pequeño ángel

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Pequeño ángel

La ciudad de Tokio había sido aterrorizada por una de las tres parejas de criminales más buscadas de la década. Habían estado siguiendo el rastro de los bandidos y cuando pensaban estar un paso delante de ellos, la situación daba un giro drástico, pues les ganaban en inteligencia y malicia. Cinco vehículos de policías seguían a toda velocidad al auto negro robado manejado por su presa más peligrosa, Butch. Un joven atractivo de veintidós años de cuerpo musculoso y delgado, hermosos ojos verdes tan profundos como la oscuridad de su ambición y el cabello negro peinado en puntas, sin olvidar a su acompañante, Kaoru, una joven de veintiún años de edad, ardientemente sexy, sensual, tentadora y hermosa, igual o más peligrosa que su acompañante, pues tenía la transparente habilidad de conseguir lo que quería con una sonrisa, una mirada y un beso en la mejilla. Delgada y de cuerpo voluptuoso naturalmente, de cabello negro como la noche y rebelde como el mar, de unos hipnotizantes, seductores y misteriosos ojos de un verde claro, que podían considerarse joyas invaluables.

Ella le dirigió una mirada a su acompañante quien al sentirse observado se la devolvió con una sonrisa seductora, se besaron en medio de la adrenalina, sin tomarle importancia al hecho de que eran perseguidos por todo el cuerpo de policía de la ciudad. Él sonrió socarrón en medio del beso y para finalizar mordió el labio de su novia.

- ¿Qué dices? - habló junto con una sonrisa landina al verla llevarse los dedos a los labios sangrantes -. ¿Nos reunimos con ellos o desaparecemos por un tiempo?

Ella pareció pensarlo divertida y por el espejo lateral del coche vio los autos que los perseguían varios kilómetros atrás intentando alcanzarlos siendo obvio que nunca sucedería. Se relamió la sangre sintiendo el sabor a menta de él, aún impregnado en sus labios, combinado con el óxido de la sangre.

- Creo que debemos desaparecer - dijo por fin -, te tengo una gran sorpresa.

Sin esperar más, aceleró el automóvil desapareciendo de la vista de los perros falderos del gobierno y ella recostó la cabeza cansada. Soltó un suspiro imaginando las maldiciones que los policías lanzarían al verlos desaparecer. Eso le divertía mucho aunque era una lástima que no pudiera verlos de cerca para reírse de sus expresiones.

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- Nadie sabe del paradero de la segunda pareja de criminales más buscada de la nación, Butch y Kaoru - anunció un conductor del noticiero vespertino -.La policía trabaja arduamente para encontrarlos y arrestarlos. Tienen cargos penales por asesinato, robo a mano armada, corrupción, fraude, allanamiento, secuestro, falsificación y conocidos por tráfico ilegal de drogas.

El varón apagó el televisor y enfocó su verdosa e imponente mirada en la chica que dormía a su lado completamente tranquila. Acarició su rebelde cabellera y depositó cariñosamente un beso sobre su mejilla. Gracias a él, ella se había adentrado a esa vida de peligros y delincuencia, ahora se arrepentía de haberla conocido como un maldito secuestrador cuando ella tenía apenas dieciséis años y él diecisiete. Así de loco sonaba, la había secuestrado y el amor había surgido de la adrenalina y excitante aventura del peligro. Durante el tiempo que la privó de su libertad había tenido el gusto de quitarle su virginidad con el permiso de la chica y desde entonces no la pudo olvidar, ni siquiera cuando la dejó en libertad y ella ni siquiera lo delató. Tanto había llamado su atención que durante un año la espió sin que se enterará, se encargó de alejar a todo imbécil que se le había intentado acercar y cuando ya no pudo aguantar más, la secuestró de nuevo, terminando en su cama.

Pero la amaba, ella tenía algo único que le encantaba y por nada del mundo la dejaría ir de su lado, no quería perderla, menos ahora que dependía de él.

Pequeño ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora