Capitulo I: El pueblo

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1801:
Vengo precisamente de visitar al propietario de mi casa,unico vecino que podria preocuparme. En realida este país es maravilloso. No creo que en todo el país hubiera podido encontrar un lugar más apartado del mundanal bullicio. Es el verdadero paraíso para un misántropo; y el señor Locksley y yo parecemos la pareja más adecuada para compartir este desierto. ¡Que magnifico sujeto! Con seguridad que ni siquiera imaginaba la simpatía que me inspiro al sorprender cómo sus ojos se escondían bajo sus cejas, llenos de sosopechas,en el mismo instante en que yo detenía mi caballo, y cómo sus dedos escondían con huraño gesto aun más profundamente en su chaleco, cuando le dije mi nombre.

-¿El señor Robin de Locksley?-pregunte

Una inclinacion de cabeza fue su respuesta.

-Henry Cassidy,su nuevo inquilino,señor.He querido tener el honor de visitarlo en cuanto me ha sido posible desde mi llegada, para expresarle que confío en no haberle molestado por mi insistencia en que me alquilase la Granja de los Trushcross. Oí decir ayer que tuvo usted pensamiento de...

-La Granja de los Thrushcross es propiedad mía,señor-interrumpio retrocediendo-No permito que nadie me moleste,si puedo impedirlo.... ¡Entre!

Pronuncio ¡entre! con los dientes apretados,como le hubiera salido:"¡Vaya al diablo!";aunque la verja en que se apoyaba no demostro el menor movimiento que correspondiese a sus palabras. Creo que esta cirscuntancia me determino a aceptar la invitacion. Me interesaba aquel hombre cuya reserva parecía aun mas exagerada que la mía.

-¡Gold encargate del caballo del señor Cassidy y trae vino!-grito al penetrar en el patio

"Esta es toda la servidumbre",me dije respondiendo a la reflexión que provoco en mí la doble orden."

No es extraño que la hierba crezca entre las baldosas y que sea unicamente el ganado el que corre el seto."

Era Gold un hombre de cierta edad,mejor dicho:de edad,de mucha edad quizas, aunque sano y robusto. " ¡Dios nos asista!",barboto para sí con brusco mal humor,mientras tomaba la rienda de mi caballo al tiempo que me miraba de un modo tan hosco que me indujo a pensar caritativamente que debia necesitar del auxilio divino para hacer la digestión, y que su piadosa exclamación no tenía que ver con mi inopinada llegada.

Cumbres Borrascosas es el nombre del domicilio del señor Locksley, nombre que expresa perfectamente la agitacion atmosferica a que esta expuesto el lugar en tiempo tempestuoso ,pero en todo tiempo debe haber allá arriba aire puro y saludable. La fuerza con que el viento norte sopla por el lomo de los cerros se advierte en la excesiva inclinacion de algunos pinos achaparrados al extremo de la casa y en una hilera de flacos espinos, todos los cuales extienden sus ramas del mismo lado,como implorando una lismona al sol. Por fortuna, el arquitecto tuvo la prevision de construir solidamente las ventanas, estrechas,se halllaban encajadas a conciencia en el espesor del muro, y los ángulos estan defendidos por grandes salientes de piedra.

Antes de atravesar el umbral me detuve para admirar unas esculturas grotescas, diseminadas en gran cantidada por la fachada y especialmente, encuadrando la puerta principal, donde entre innumerables grifos deteriorados y niños impúdicos, descubri la fecha 1500 y el nombre Henry Mills. Me hubiera gustado comentar un poco, y pedir al huraño propietario una breve referencia historica del lugar, pero su actitud junto a la puerta parecía exigir de mí la disyuntiva de que entrase en seguida o me marchara definitivamente, y yo no quise haber aumentado su impaciencia antes de haber examinado el interior de la casa.

De un solo paso nos hallamos en el salón, sin que antecediera pasillo o vestíbulo alguno. Al salon en esta región se le llama por excelencia "la casa," y sirve, por lo general,a la vez, de cocina y de habitación donde se recibe; pero sospecho que en Cumbres Borrascosas la cocina había sido relegada a otro sitio, porque oí al fondo sonidos de voces acompañada del tintineo de utensilios culinarios; además, no vi en la gran chimenea señales de haber asado o cocido el pan, ni recipiente para hervir, ni el brillo de las cacerolas de cobre o coladores de lata colgados en las paredes. Bien es verdad que a un extremo de la habitación fulguraba la luz con esplendentes reflejos e inmensos platos de feltre, entremezclados con jarros e inmensos vasos de plata, colocados en filas, unas sobre otras que ascendían hasta el techo en un enorme aparador de roble. Este mueble llamaba la atención, y un ojo curioso podía detallar su anatomía completa, excepto donde la ocultaba un vastidor de madera cargado con tortas de avena, y una ristra de jamones, piernas de buey y de carnero. Encima de la chimenea habían colgadas unas viejas escopetas enmohecidas y un para de pistolas de arzón, y, a guisa de adorno,sobre la repisa, tres cajas de colores chillones. El suelo era de piedra blanca, liso, las sillas antiguas, de altos respaldos, pintadas de verde: una o dos macizas y negras se adivinaban en la sombra. Cobijada en un arco que formaba el pie del aparador descansaba una gran perra de la raza llamada de muestra, de color amarillento, rodeada por un enjambre de cachorros alborotadores; otros perros se habían acomodado en otros escondrijos o huecos.

Cumbres Borrascosas: OtlawQueen   Y CaptainSwan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora