Capitulo III: Inhospitalidad

45 8 6
                                    

Pasense por Avisos y preguntas.

Avances del siguiente cap al final en engrita

Antes de que el andrajoso dejara de mirarme tan fijamente, deje yo de sostenerle con la mirada, por no abofetearle o dar rienda suelta a mi hilaridad. Empecé a considerarme fuera de sitio en aquel agradble circulo familiar. La sensación de comodidad y de bienestar físico que allí se experimentaba quedaba neutralizada con creces por la lúgubre atmósfera espiritual. Resolví pensarlo bien antes dr aventurarme por tercera vez bajo el techo aquél.

Terminando el té, y como nadie dijese una sola palabra de amable conversación, me acerqué a la ventana para ver el tiempo que hacía.

¡Cuán triste espectacúlo! Una noche obscura caía prematuramente, y el cielo y las colinas se confundían en agitado torbellino de viento y de nieve espesa.

-No creo posible que pueda volver ahora a casa sin la ayuda de un guía- no pude menos exclamar-. Ya estarán sepultados los caminos, y aunque no lo estuvieran, apenas se podría ver a un paso de distancia.

-Roland, lleva esa docena de ovejas al portal del granero; las enterrara la nieve si se quedan en el corral toda la noche... Y pon una tabla delante- Dijo Robin.

-¿Y yo que haré? -proseguí con creciente irritación.

No obtuve respuesta. Mire en derredor de mí y no vi más que al vejete de Gold, que traía un caldero de basofia para los perros, y a la señora de Locksley arrimada al fuego, entretenida en quemar un paquete de fósforos que se había caído de la leja de la chimenea al volver a colocar en su sitio el bote de té. Después de dejar su carga, Gold paso revista a la habitación y chilló con voz cascada

-No me explico como puede quedarse usted ahí sin hacer otra cosa que calentarse cuando todos estan fuera. Pero no sirve usted para nada y no vale la pena de gastar saliva. Nunca se corregira de sus mañas e ira de cabeza al infierno, igual que su madre.

Por un instante creí que me dirigía a mi el alrde de elocuencia y,vivamente molesto, me adelanté hacia el viejo rufián para ponerle en la puerta de puntapies, pero me contuvo la señora de Locksley con su replica

-¡Viejo hipocrita, maldiciente! Esa mujer no era mi madre, solo la que me engendro. Mi verdadera mamá aún sigue viva- rugio ella- ¿No tienes miedo de que el demonio te lleve cuando le nombras? Te advierto que si no te ebtienes de provocarme pediré tu rapto como gracia especial. ¡Basta! Mira un momento, Gold- continuo tomando de un estante un libro largo y obscuro- voy a enseñarte mis progresos en magia negra. Pronto sere capaz de ponerlo todo en claro.

-¡Ay, malvada, malvada! Por eso es que ella te abandono- jadeó el viejo- ¡Que Dios nos libre de todo mal!

-¡No, réprobo, no; estas condenado! ¡Fuera de aquí o la vas a sentir de veras! Voy a sacar de todos vosotros contrafiguras de cera, y al que se pasae de los limites que yo le fijé le voy a...no dire que voy a hacerle...pero,¡vais a ver! ¡vete que yo no te quito ojo!

La "brujita" puso una malignidad en sus hermosos ojos, y Gold, temblando,preso de sincero pavor, escapo. Supuse que la joven se habría entregaso a gastar una broma siniestra, y ya que estabamos solos traté de interesarla en mi zozobra.

-Señora de Locksley-dije seriamente- usted me excusara si la molesto. Me tomo esta libertad por que, con esa cara, estoy seguro que ha de tener usted buen corazón. De médico algunas indicaciones que me permitan reconocer el camino a casa. Tengo la misma idea de como se puede llegar a ella, que usted como se puede ir a Londres.

-Tomé el camino por el que ha venido- respondió acomodándose en una silla, con una vela y el libro obscuro abierto -. El consejo es breve pero es el único que puedo darle.

Cumbres Borrascosas: OtlawQueen   Y CaptainSwan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora