capítulo 1.

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Oscar siempre fue adicto al mundo animal, desde los odiados bichos, pasando por los animales poco conocidos, hasta los que todo el mundo adora, le encantaba. Incluso desde pequeño quería ser veterinario, para ayudar a aquellas criaturas indefensas, que sin poder hablar, transmiten más sentimientos que los propios humanos.

En total, a sus 23 años había tenido 4 perros, 2 gatos, 7 peces, un Hamster e incluso una vez tuvo una serpiente. Pero ahora el dueño de sus caricias era solo Poe, su pequeño perro, que de hecho no tenía raza, siempre estaba ahí para él.

Bajó del auto y se quedó admirando su nuevo hogar, un leve suspiro surgió de su boca, era hermoso. Abrió la puerta al pequeño Poe, quien automáticamente le saltó encima, llenándolo de euforia y alegría, como solía hacerlo ese pequeñín negro.
-¿¡Qué tal, estuvo cansado el viaje!?- le dijo con euforia al animal.
Poe respondió lamiéndole la cara, eso era un no.
-Tranquilo, muchachón, los de la mudanza no demorarán, espero- y ahí se sentó en la acera a esperar junto a su perro, cual niño pequeño esperando a que su padre llegue del trabajo.

Los de mudanzas llegaron 15 minutos después. Oscar ya había visto la casa, y no le costó ubicar cada cosa en el lugar al que él le parecía indicado, 30 minutos después de haber llegado, ya habían terminado, entonces decidió ofrecer un poco de agua a aquellos cansados hombres.
-lo siento, les daría limonada pero eso de estár recién mudado no ayuda mucho.
-no hay problema, se entiende.
-vaya lugar, eh?- Dijo mientras miraba orgulloso a aquella casa, era sencillamente preciosa, tal vez un poco pequeña pero el asumía que era de esos lugares que desde fuera parecían pequeños y claustrofóbicos pero por dentro eran más que suficiente, y de hecho tal vez demasiado grande para un hombre y su perro, y eso lo atormentaba, ya tenía 30 años y aún no conseguía pareja, se había alejado de todo tipo de familia, solo tenía a su perro ¿y si moriría solo rodeado de 28 gatos como aquel abusón le dijo en la escuela?

-tiene toda la razón, usted hizo una maravillosa elección, solo mire esas vistas- dijo el hombre de la mudanza desde atras de la casa.
Y era verdad, no de había fijado en las vistas antes, pero la casa estaba encima de una montaña, y se veía casi todo el bosque y parte de la ciudad, ya podía verse haciendo un montón de cosas en aquél pueblito.
-entonces, cuanto es?- dijo Oscar buscando su cartera en el bolsillo.
-pues en total serían doscientos mil pesos pero usted me cayó bien, serían cientocincuenta mil- dijo el hombre amablemente.
Oscar entregó el dinero, dio las gracias y oyó como a la lejanía se oía la gigante puerta metálica cerrándose, y luego vio el camión alejándose.

-toda la casa, para mi... solo.- pensó mientras la sonrisa se desvanecía de su rostro, el perro ladró en tono de protesta, -bueno, no tan solo, no es así, prototipo de gótico?- el perro sacudió su cola euforicamente.

-se nos viene una gran aventura, Poe- dijo, y después entró a su nuevo hogar.

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