En mi corazón siempre albergaba ese sentimiento de un interminable vacío generado por la imposibilidad de ser amado, en el instituto Marlock al cual asistía era normal ver siempre parejas por donde vieras habían personas juntas y con sus manos entrelazadas o compartiendo miradas llenas de ternura y amor. Ese era mi más grande anhelo: el poder ser abrazado y recibir todo ese amor. Todo parecía una terrible pesadilla desde el día que mis padres decidieron inscribirme en este lugar, sitio donde recibía constantes burlas por mi físico, para un chico los músculos son parte atrayente además de tener una altura considerable y una exótica belleza; digamos que yo no poseía ninguna de esa cualidades físicas además de tener una estatura promedio de 1.65, totalmente escuálido o como solían decirme "cuerpo de fideo", con una cabello rizado pero para nada arreglado, los estragos del acné habían dejado varias marcas no eran tan notables pero ahí estaban por ultimo estaban mis dientes, las gafas redondas herencia de mi falta de visión y mi edad no iba de acorde a mi tamaño; no para tener 17.
Todos los días eran los mismos, burlas por todas partes, empujones y palabras más dolorosas que esos moretones causados por los golpes de mis compañeros, lo único que esperaba era que el timbre sonara tan pronto para irme al único lugar donde era mi refugio. Después de horas el timbre suena y posteriormente me dispongo a salir del salón, a nadie le interesa si me quedo o me voy; al salir de la escuela siento una mirada sobre mí, volteo pero no encuentro a nadie lo mejor era que apresurara mis pasos hacia la biblioteca local. Al llegar a la biblioteca entro y busco el estante de los libros sobre novelas de ciencia ficción una de mis favoritas es La guerra de los mundos, aunque había un pequeño detalle el libro estaba en una parte alta.
─Sólo un poco más ─me pare de puntillas e hice lo que más pude─, ya casi ─deje todo esfuerzo de lado al ver una mano tomar el libro.
─Toma ─me gire lentamente y tomé el libro entre mis manos.
─Gracias ─le dije al desconocido sin verlo a los ojos─, perdón por causarte molestias.
─ ¡Hey! ─me tomó del hombro izquierdo lo que me hizo sentir incomodo─, no te preocupes vi que estabas en problemas y ofrecí mi ayuda.
En ningún momento me atreví a levantar la mirada, no fue hasta que sentí su presencia lejos de mí, fui a buscar un asiento que estuviera libre ya que por las tardes suele llenarse a comparación de las mañanas. Durante mi estancia en la biblioteca sentía una mirada sobre mí, era la misma sensación de hace unos instantes, trate de concentrarme en mi lectura pero no pude. Después de dos horas intentando leer, me paré y llené una ficha de la biblioteca para tomar prestado el libro; agradecí a la señora Evans y me dispuse ir a casa.
─ ¡Oye tú! ─no deseaba voltear pero yo y mi curiosidad─, vaya que caminas rápido.
Esa voz, era la misma que la del desconocido. Lentamente me di la vuelta para verle o al menos eso intentaría hacer.
─Ya puedes burlarte si quieres tengo cosas que hacer en casa.
─ ¿Burlarme de ti? Ja, no te seguí hasta aquí sólo para que digas eso. Mucho gusto mi nombre es Keld Lassen ─estiró su mano en señas de... ¿amistad?
─Adiós que tengas una linda tarde ─Salí corriendo antes de que intentara hacer algo extraño.
No deseaba que este chico fuera mi amigo y menos si era acosta de mi aspecto, al llegar a casa mi madre me recibió con un fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla digno de ella, mi abuela estaba en la sala leyendo el periódico pero al notar mi presencia me muestra una de esas encantadoras sonrisas que pueden alegar hasta a la persona más enojona del mundo. Comimos a gusto, lamentablemente mi padre murió hace 5 años, años llenos de dolor inmenso de parte mía, por eso mi abuelo se mudó con nosotros exactamente cuando yo tenía 12 años. No era del otro mundo que la gente en el funeral lo "sintiera", eso era lo más insoportable para mí y aún más para mi mamá, después de la comida subí a mi habitación para terminar con mis deberes, unos golpes en la ventana me hicieron saltar sobre mi asiento y tirar mi lápiz, me asome por la ventana, ahí está el chico que hasta ahora no me había fijado en su aspecto: tez bronceada, ojos negros, cabello castaño y una altura de 1.72 además de tener una linda mira. Espera ¿en qué estás pensando Mathies?
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"Pequeños Detalles En Una Flor"
Romance"Las flores tiene un olor, color y textura diferentes, esos siempre han sido los pequeños detalles de una flor, aquellos que hacen una gran diferencia"