1?

32 3 1
                                    


"Era como lo imaginaba" pensó HeeJin entrando a la habitación. Dejó la jaula de Neo en una de las esquinas en la que la maceta con flores, le daba un toque hogareño al departamento, al igual que las pinturas de Renoir. Su madre pensó que llevarle sus pinturas favoritas le haría sentirse en casa.

Caminó hasta el ventanal. Corrió la cortina, la luz le golpeó en el rostro, entrecerró los ojos para minimizar el ardor; abrió el compartimiento que daba al balcón y para su sorpresa el lugar estaba decorado con Geranios por todas partes, el aroma a flores la rodeaba de arriba hacia abajo.

―¡Neo!― dijo la joven mientras se giraba en dirección al pequeño conejo blanco en la jaula ―. Deberías ver este lugar, ¡se puede ver casi todo Seúl! Estoy segura de que te va encantar― HeeJin volvió a entrar y sacó a Neo de la jaula, el pequeño compañero de la joven empezó a recorrer la estancia, inspeccionando cada rincón, ella sonreía feliz de verlo en su faceta de inspector de alfombras, desde que Neo había llegado a su vida en su cumpleaños pasado; se convirtieron en los mejores amigos.

Las paredes estaban pintadas de rojo, el pequeño sofá blanco y carmesí frente al televisor se veía demasiado cómodo para sentarse en él y disfrutar de una tarde de películas.

―Ven, Neo, Vamos a descubrir que más tiene nuestra nueva jaula.

HeeJin levantó a Neo y comenzó a caminar, su habitación era diferente a la sala de un color cielo oscuro, las ventanas dejaban entrar luz a raudales y el viento que se adentraba hizo que le temblara el labio.

Neo volvió al suelo y se escondió bajo la cama, una loca costumbre suya. HeeJin apoyó las rodillas al suelo y bajó la cabeza para buscarlo. De pronto escuchó un sonido como de cristal rompiéndose tan fuerte que tuvo que taparse los oídos, dio un grito ensordecedor, algo en su interior le dio una señal de que eso no era nada bueno, le temblaban las manos, un fuerte dolor de cabeza hizo que cerrara los ojos; el sonido cesó de repente como por arte de magia. Abrió los ojos y miró a su alrededor, aun seguía a un lado de la cama en cuclillas, nada parecía haber cambiado.

―Neo, ¿escuchaste eso?― preguntó HeeJin, levantó el cubrecamas, pero Neo había desaparecido, al otro lado de la cama, unos pies con zapatos oscuros y un vestido negro cruzaba lentamente.

HeeJin se aupó con rapidez, pero la otra persona había desaparecido, al igual que Neo.

―¿Neo? ¿Dónde estás? ― la joven salió de la habitación buscándolo en cada rincón, caminó por el largo pasillo hasta la sala, en donde no habían rastros del pequeño conejo. Escuchó un susurro a sus espaldas.

Volteó, pero nadie se encontraba detrás, la puerta se había abierto y cuando sus ojos fueron en esa dirección, la otra persona la estaba cruzando. HeeJin se había impresionado al darse cuenta de que la otra persona. Era ella misma. Los mismos rasgos, el mismo andar, el mismo cabello, era como verse en un gran espejo. La puerta terminó de cerrarse.

HeeJin corrió hasta la puerta y la abrió; por el extenso pasillo reinaba el silencio sepulcral. Nada ni nadie parecía haber pasado por ese lugar. El estómago empezó a darle vueltas al igual que la cabeza.

Volvió a la sala con pasos temblorosos, vio a Neo salir al balcón, su corazón había empezado a latir de nuevo, su compañero estaba bien, o eso creía. El sofá recibió a la joven, la cual trató de respirar sin reparar en lo que había visto. ¿Estar en el piso cincuenta, le había provocado alucinaciones? Ladeó la cabeza desaprobando la idea.

El sonido del cristal rompiéndose la sacó de su tranquilidad, se volvió a tapar los oídos, el corazón empezó a latirle con tanta fuerza que amenazaba con salírsele del pecho.

Despertad / 2JinWhere stories live. Discover now