Capítulo único

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Amour es... Dejarte ir

No es la primera vez que conozco la palabra amour, pero nunca antes había experimentado el dolor que alberga esa palabra.

Todo fue tan rápido, aquel día, que nunca me imaginé que podría pasar... Yo era feliz, junto a ti, pensando que siempre te tendría a mi lado, que nunca, te irías... Yo era ajeno a todo, parece que todo empezó hacía tiempo, sin yo saber nada.

No me lo quisiste decir, pero yo empecé a sospechar, te notaba cada vez más extraña, veía gestos, sonrisas tímidas, nervios y titubeos, incluso ahora, me doy cuenta que hasta alguna que otra mentira me dijiste para que no supiera la verdad.

Pero esa verdad tendría que salir a la luz, y fue aquella tarde, una fría tarde de invierno, en la entrada de la casa, nada iluminaba el lugar, sólo los resplandores de los relámpagos que descargaban una fuerte lluvia afuera. Te vi, cómo escondida y nerviosa, sujetabas las manos de aquel hombre en quién yo tanto confiaba.

En la penumbra, pude ver cómo tus mejillas, se tornaban de un color carmín, y tus ojos, brillaban, al percatarte que el hombre de cabellos rubios y orbes zafiro, se acercaba lentamente a ti, para dejarte un tierno y suave beso en tus labios, esos que tantas veces me habían besado a mí antes.

Con lágrimas en mis ojos, me alejé, adentrándome en mi habitación, para intentar borrar, aquella imagen de mi mete. Sabía que tenías una buena excusa para eso, sabía que nunca harías algo así sin antes decirme la verdad, sin antes, hablar conmigo, porque yo sé que tú... me amas.

A partir de ese día, cambiaste hacia mí. Cada vez que me despedías, o recibías, no me dabas ese beso que tanto me alegra recibir. Al igual que esos desayunos, tan ricos, tan llenos de amor, tus dulces, tus abrazos tiernos y tus sonrisas, esas sonrisas que sólo pensaba que me dedicarías siempre a mí, que yo era el único.

Ya no te quedabas hasta tarde, contándome con alegría tu día, todo lo que hacías y te pasaba, hasta que dejaste de hacerlo para sólo ocultarme todo sobre ti.

Y me empezó a doler ese cambio hacia mí. No sabes cómo dolía...

Mi mente quería una y otra vez, explicarle a mi corazón que todo iba a estar bien, que todo volvería a ser cómo antes, pero entonces, aquel día que decidiste contarme la verdad, de hablar cara a cara conmigo, supe que te perdía un poquito más.

Los dos, sentados en ese sillón color crema, enfrente de mí, con sus manos entrelazadas, con nerviosismo y temblando, de tus labios salieron las palabras que me rompieron el corazón. Te habías enamorado de él, y ese rubio desgraciado, me estaba pidiendo por favor, que aceptara vuestro noviazgo.

¿En serio él se atrevió a decirme tal cosa? Él sabía, él lo sabía, que tú eras mía, y se atrevió a arrebatarte de mis brazos, a decirme, que estaba enamorado de ti, que era tu nueva pareja, que esperaba que yo aceptara lo vuestro.

¿Aceptar? ¡Claro que no lo iba a aceptar! ¿Por qué hacer algo así, tan tonto me veía que yo iba a aceptar que me quitaran a la persona que quería delante de mis ojos?

Fui un cobarde, porque con voz entrecortada, acepté vuestra relación. Acepté que fueras a sus brazos, porque me dijiste que lo amabas de verdad, y que él sería tu felicidad. Dejé que fueras con él, que te amará incluso más de lo que yo había hecho hasta ese momento.

Me dolía, verte cada vez más lejos de mí, de mirar hacia atrás y ver todo lo vivido junto a ti, y que ahora, él, esté empezando a vivir contigo. Pero si tú eras feliz, yo también lo era.

Dejarte ir (Drabble)Where stories live. Discover now