–No voy a ir. -repitió la adolescente por tercera vez aquella mañana.Se encontraba sacando sus libros de literatura de la taquilla, mientras se tragaba todas las súplicas de Malva, su mejor amiga.
–¡Nevada, vamos! Será divertido. -cerró la taquilla de golpe; Malva ya le estaba cansando.
–¿Se puede saber por qué quieres ahora ir al partido? ¿Desde cuándo te gusta el deporte?
–Desde siempre, claro. -dijo la rubia como si fuese la cosa más obvia del mundo.
Su amiga alzó una de sus cejas, mirándola con incredulidad, mientras que la otra chica jugaba con sus manos.
–Vale, me has pillado. -admitió- ¡solo quiero ir a ver a Isaac!
La pelinegra arrugó la nariz; ¿Isaac? ¿A qué Isaac se refería?
–¿Isaac? ¿Isaac Cueto? ¿El que toca la trompeta en la banda de la universidad? ¿Ese Isaac? -preguntó sorprendida Nevada. La chica no estaba acostumbrada a que su amiga estuviese colada por ese tipo de chicos.
–Yo si que le tocaba la trompeta... -soltó sin pensarlo Malva, con una mirada soñadora hacia el infinito.
–¡Malva! -Nevada le dió un codazo a su amiga en el antebrazo como pudo, ya que tenía los libros contra el pecho.
Después de un silencio que duró dos segundos, las dos chicas estallaron a carcajadas.
Una de las pocas veces en las que Nevada era realmente feliz.
Pero, ¿quién hubiera pensado que alguien, en la otra punta de la ciudad, en una enorme mansión, se encontraba alguien que, aunque lo escondía muy bien, se sentía igual que ella?
(•••)
Y el último nudo ya estaba hecho.
El joven tiró la especie de cuerda que había improvisado con unas cuantas sábanas por la ventana, rozando la punta con el césped de su jardín.
–Bien... -murmuró, y se puso al hombro la bolsa con su equipamiento.
Antes de deslizarse por la cuerda, dió un vistazo hacia atrás, encontrándose con sus libros encima de la cama. Los libros que ahora mismo debería estar estudiando.
Negó con la cabeza y con una expresión de enfado en su rostro; "Lo siento, papá. Pero este partido es importante", pensó el rubio. Y se colgó de las sábanas, bajando despacio.
Cuando notó que ya tocaba el suelo, dió un salto y echó a correr hacia su universidad.
En ese momento, su móvil empezó a vibrar en el bolsillo de su pantalón. Lo cogió, y recibió un grito por parte de su mejor amigo. Y capitán del equipo.
–¡Amanecer! ¿¡Donde narices estás!? -se oyó en la otra línea.
–Lo siento, tío. Tuve que esperar a que mi padre se marchase. -dijo apenado el nombrado.
El capitán suspiro.
–Am, colega. Sabes que algún día tendrás que decírselo, ¿verdad?
Amanecer se quedó sin aliento; no sabía si era por correr tanto, o solo por imaginarse la charla con su padre sobre esto.
–Si, lo sé. -respondió.
–Además, los nacionales están por venir, y como que no te vas a ir hasta Nueva York sin avisar a tu padre. -replicó el otro chico.
–Ya, ya lo sé.
–Tu... -una pausa- solo ven rápido, ¿vale?
–Si, claro. -y colgó. No estaba de humor para seguir está conversación con su mejor amigo.
Ya había tenido esta misma charla con Lorence, su mayordomo y no quería tenerla otra vez.
Lorence era como un padre para el; desde que tenía memoria, siempre había estado a su lado. Siempre había estado ahí, cuando su padre parecía que no sabía que tenía un hijo.
Luego pensó en su padre, en las veces en las que era un padre normal. Jugaba con su hijo, reía con su esposa, trataba a Lorence como uno más de la familia. Pero eso había cambiado desde...
Y su imagen volvió a rondar la mente del rubio, la imagen de esa hermosa mujer rubia de ojos almendra y de esplendida sonrisa. Su madre.
Su difunta madre.
Habían pasado dos años desde entonces, y todavía no superaba aquello. No superaba haber perdido a una de las pocas personas que amaba con todo su corazón y alma.
Sus ojos se empezaban a cristalizar mientras corría, pero no iba a permitirse ponerse sensible antes del partido. Tomó aire, cerró los ojos por un par de segundos y corrió más rápido que antes.
Miró la hora en su movil; las tres y media. Genial. El partido comenzaba las tres.
—Red me va a matar. -murmuró Amanecer, bastante sofocado.
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Amanecer y Nevada.
Teen FictionEl es un chico popular, alegre y divertido. Ella es una chica desconocida, seca y fría. El vive en una mansión de ensueño. Ella con una familia en banca rota. El perdió a su madre. Ella se perdió a si misma. El intenta ser feliz. Ella se rindió hac...