Y que sea para siempre.

8 1 1
                                    

Mírame— me dijo con el rostro petrificado—¿Cómo que quieres empezar de cero? ¿Quieres decir sin mí?—.


Le miré, no porque me lo pidiese, sino porque mi respuesta debía ser transmitida con la dureza con la que la sentía.


Sí. Exactamente eso—.


Vale, como quieras—.


Se alejó de mí y huyó al dormitorio. Yo comencé a dar vueltas por el salón, porque quería dejarle, pero deseaba correr tras él, abrazarle y decirle que todo había sido mentira, pero... ¿Para qué? No iba a servir de nada.

Él seguiría omitiendo mi existencia y viviendo su vida como si sólo fuesen él y su tiempo.


Echaba de menos esa época en la que yo era el eje que hacía girar cada uno de sus días; con intensidad.


Pero sin darme cuenta había acabado convirtiéndome en la soga que lo asfixiaba.


Y duele. Duele horrores.


Había llegado a un punto en el que la felicidad se había convertido en mi droga, y cada día necesitaba una dosis mayor, una dosis que él había comenzado a disminuir con cada etapa de la relación.

Estaba enganchada a él. Adicta perdida.


Me senté en el sofá, crucé los brazos y esperé. Estaba muy inquieta, por lo que mi cuerpo temblaba sin control.

Mis atentos oídos sólo percibían el terrible sonido del segundero del reloj, avisando con constancia, lo cercano de aquel momento que estaba el final. 


Tuve que contener las lágrimas con una fuerza de voluntad abismal, pero a pesar de ello, estaba consiguiendo mantener intacto mi orgullo.


Escuché la puerta abrirse, después el desliz de unas ruedas que marcarían la diferencia entre el antes y el después.


Su figura se asomó y yo giré mi rostro, inmediatamente sonreí. A pesar de estar deseando derramar hasta la última gota de mi cuerpo, sonreí con el objetivo de dañarlo hasta la médula.


«—No te vayas— pensé.»


Apretó la mandíbula, mostrando decepción con su expresión facial. Sé que estaba esperando que le suplicase.


Estaba convencido de que era tan sólo una rabieta, o quizás un capricho estúpido del momento. Se creía con el derecho de manejarme incluso sin decir nada y, aunque durante un largo tiempo, su táctica fue infalible, me volví inteligente con los años.


Ya no mostraría debilidad, por mucho que me invadiese por dentro.


Deja ahí las llaves y vete—.


You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 08, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

✿ ᴇʟᴏᴄᴜᴇɴᴛᴇ ʟɪᴍᴇʀᴇɴᴄɪᴀ. ✿Where stories live. Discover now