❁ 하나 - peliazul

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¿Se puede llegar a ser más miserable en la vida?

Kyung se sentía miserable, tanto que ni siquiera las estupideces de su mejor amigo Hoseok lograban animarla. Haber pasado el ramo de literatura con un par de puntos demás de la nota requerida la tenían del asco. Si se esforzaba tanto, por qué no podía aprobar bien?

— Anímate, ya te dije que para la próxima, yo te enseño.

— Que tu padre sea profesor de literatura no significa que tú también seas bueno en eso Hoseok, además, pasaste el ramo con casi la misma nota que yo.

El chico miró a su acompañante con cara de pocos amigos. Luego, dirigió su mirada al techo haciendo movimientos exagerados con sus manos.

— Ay Jesús, por qué me hiciste el único ser humano en la Tierra en aguantar a semejante ogro?

Se escuchó una pequeña risa por su parte.— Yah ! Déjate de estupideces.

Por fin logró la manera de subirle el ánimo a la malhumorada chica. Aún siendo pequeña, la menor de los Kim siempre había tenido un humor de perros; su psicólogo le atribuía su fuerte carácter a la rara condición que padecía. Después de todo, no era muy normal que una persona pudiera distinguir solo un color. He ahí el por qué de sus reducidas amistades, que se resumían en: Hoseok y... su llamativa personalidad.

Tener que vivir con esa "enfermedad" —porque claro, para ella era eso, una enfermedad más que una discapacidad— se volvía cada día más exasperante. Además, la estupidez de su amigo no la dejaban distraerse del hecho de que algo no era normal en ella, Hope siempre que podía, inconscientemente le recordaba que solo el azul existía para sus ojos. Había nacido así, por lo que nunca le importó mucho poder distinguir los colores, total, nunca los había visto. Pero a medida que creció su necesidad de asombrarse por cosas que los demás podían ver y ella no, se incrementó. Hubiese muerto por poder reírse de la reacción de su madre cuando Hoseok tiñó su cabello de rojo, el alma de la pobre mujer parecía habérsele salido del pecho, pero Kyung no tuvo reacción, el cabello de su amigo seguía igual que siempre para ella: opaco, entre tonos blancos, negros y grises. Hubiese vendido su alma al diablo también por poder ver los colores de las flores en primavera, las hojas en otoño, los árboles en verano... pero simplemente no podía. De niña no le tomaba el peso al asunto como lo hacía ahora siendo adolescente. Las hormonas, inseguridades y todo lo que conllevaba dejar de ser una niñita habían puesto un gran peso en sus hombros que no sabía que cargaba.

La pubertad era una mierda.

Por más que tratara de remediarlo, su cabeza era un lío y de paso su vista también.

Tratando de alejar los pesados pensamientos que llevaban rondando su mente los últimos años, levantó su mirada del piso.

Kyung se detuvo en seco.

El pasillo de la universidad tenía algo distinto.

— Jung, y los casilleros?

El chico paró en seco, imitándola para luego mirarla desconcertado.

— Uh? Están al frente tuyo.

— Eso lo sé pero... y el azul, dónde se fue?

— Oh, ahora que lo dices, creo que los pintaron, se ven bien, no?

Solo entonces reparó en el enorme error que había cometido. Los casilleros de la universidad estaban ahora pintados de un rojo vino, color que su amiga solo podía imaginar, pero que jamás podría distinguir.

Para su sorpresa, Kyung no dijo nada. Su mente la tenía agotada y solo eran las once de la mañana.

Siguieron su camino a su siguiente clase, con una Kyung notablemente desanimada. El azul eléctrico que caracterizaba a los casilleros de la institución era lo único que la hacía sentirse aunque sea, un poco más normal. No era solo eso tintado de azul por los pasillos o las aulas; ella podía ver algunas libretas de otros alumnos, zapatos, ropa... pero eran en poca cantidad, y a veces, el color era casi imperceptible.

Solo esas filas de casilleros reclamaban el verdadero azul como suyo, por eso parecía tan ensimismada en ellos.

Y se habían ido.

— Bueno... Aquí nos separamos, te veo en el almuerzo?

Rompiendo el silencio y sintiéndose culpable por cagarla hace unos minutos y como siempre lo hacía, Hoseok miró con esperanza a su amiga, rogando porque su comentario anterior no le enojara u afectara tanto. Sabía que Kyung era muy sensible respecto a su condición.

— Sabes que sí cara de caballo.

Y con una sonrisa triste pero sincera, se adentró a su siguiente clase.

                                  ...

Su estómago rugía en desespero, el hambre la estaba literalmente comiendo viva. Apenas terminó el profesor, salió casi volando de ahí.

Corriendo hacia la cafetería, chocó con algunos estudiantes que le maldecían por lo bajo; no pudo importarle en lo más mínimo, la necesidad de su estómago la cegaba.

Llegó para encontrar a su amigo sentado en la mesa de siempre, esperándola con una bandeja llena de comida. Se sentó frente a él.

— Como hoy me tocaba pagar a mi, y conociendo mi situación de pobreza, esto es todo lo que pude conseguir.

La bandeja rebosaba en comida. La recién llegada alzó una ceja. Hoseok nunca gastaba su dinero, era un ahorrador compulsivo, por lo que ver tanta comida le pareció un poco sospechoso.

— Bueno, con ayuda de mis encantos y un poco de coqueteo, claro está. — guiñó un ojo.

— Que yo sepa no tienes ninguno— rió— pero si la señora decrépita de la cafetería te ayudó a conseguir todo esto, no me opongo.- rió.

Estaba apunto de darle una gran y merecida mordida a su sándwich cuando algo la desconcertó por completo. Juró haber visto algo fuera de lo común en el lugar aunque fuera por un segundo. Un brillo se hizo presente en sus ojos. El concurrido lugar de la universidad a esas horas no podía más de gente, por lo que trató de pedir un poco de ayuda.

— Oye, Hobi. Qué es eso allá atrás?

El nombrado se dio la vuelta con la confusión visible en su rostro. — Qué cosa?

— Eso... de ese color, tú sabes.

Sabía que se refería a algo azul, pero no comprendía a cuál de todas las cosas allí presentes. —Te refieres al basurero?

Se golpeó la frente mentalmente y rodó los ojos. Hoseok podía ser muy tonto a veces, por no decir la mayoría del tiempo.

— Mierda, hay mucha gente, pero definitivamente no es el basurero.

Su amigo se volteó nuevamente, restándole importancia y poniendo su atención en la comida otra vez. Por otro lado, ella no descansaría hasta saber qué era esa mancha de ese azul tan extraño.

Estiró su cuello hasta que sintió que este se dislocaría, parecía jirafa tratando de alcanzar las hojas de un gran árbol, mas no se detuvo, rendirse no estaba en su vocabulario. Hoseok se dio cuenta de su actitud y aunque nadie los estaba mirando, no pudo evitar sentir un poco de vergüenza ajena. Kim podría ser su amiga y la quería mucho, pero su complejo de jirafa lo insuficientemente alta lo estaba alterando un poco.

— Aigo, das vergüenza Kim, no tenías hambre?

— Cállate tú.

Finalmente, una mesa de atrás comenzaba a desocuparse, la intriga crecía cada vez más, lucía como un cachorro esperando sentado por un hueso.

Cuando pudo ver claramente de qué se trataba, frunció su ceño.

El brillo en sus ojos desapareció, siendo cambiado por una mirada de desconcierto.

Arrugó un poco su nariz en disgusto —¿Quién en su sano juicio se tiñe el cabello así?

seeing blue |  파란색으로 보아라 »  ☾mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora