Capítulo 1.- Llamada de atención

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En el patio había mucho sol, y no me apetecía salir a jugar... Nicky se quedó conmigo como siempre y juntas disfrutábamos los pasteles que había hecho su mamá. A veces, sentía celos de ella, con su piel tan blanca, su cabello largo y negro y sus ojos tan grandes y oscuros; pero sobretodo porque su mamá se preocupaba por ella. Siempre le mandaba comida deliciosa y aunque no tenía que compartirla conmigo, siempre lo hacía y siempre era feliz.

Yo... yo no soy guapa, siempre una amargada de coletas castañas, paliducha, y con unos simples y pequeños ojos color marrón. Odio a todos, nadie me quiere excepto Nicky, y tampoco me hacen falta. Ella es más que suficiente.

-Este es de fresa-dice Nicky extendiéndome un pastelito más con la sonrisa más bonita del mundo.

Me lo como y sigo pensando en mi madre... Yo sé que es muy importante y dueña de una clínica de prótesis muy importante, famosa a nivel mundial; pero... nunca me ha prestado atención, y siento que nunca me ha querido.

Yo sé que Sarah no es mi verdadera madre, obviamente... ella es de piel negra; pero eso no quita que tal vez debería quererme un poco o prestarme algo de atención. Sólo le importa su clínica y papá... Nunca se separan, papá sí es mi papá. Él es... especial.

Bueno, es retrasado, pero es el único que me quiere en casa. Siempre que coincidimos en casa nos ponemos a jugar y le cuento lo que hice en el día con Nicky, siempre me sonríe y lo quiero mucho. Nunca me contaron por qué una exitosa y bella doctora se casó con un subnormal obeso con una hija recién nacida, ambos pobres y feos...

-Y este último es de crema de vainilla, ¡pruébalo!-dice entusiasmada Nicky, sacándome de mis pensamientos otra vez.

-Están deliciosos, Nicky- sonrío y le agradezco.

-¿Cuál te gustó más?-Me sujeta las manos esperando la respuesta.

Sus manos están melosas pero son tan cálidas que dejo las mías disfrutando de su caricia.

-Mmm... los de cereza estaban realmente deliciosos- no era mentira ni verdad, realmente su madre cocinaba muy bien, pero lo que más disfrutaba era su sonrisa, su calidez, su cariño hacia mí.

Nicky era tan perfecta...

El odioso timbre suena marcando el final del recreo. Vamos al baño a lavarnos las manos, y cuando salimos... Ahí está infalible, para continuar el camino hasta la clase, Nathan jamás se da por vencido.

Me ha molestado desde que nos conocimos cuando teníamos 3 años y entramos al jardín de infantes en este estúpido y aburrido colegio; pero desde siempre, yo sólo he querido a Nicky... pero por más que le diga un millón de veces que se largue, jamás se rinde y siempre está con nosotras.

-¿Hoy quieres ir al cine, Myr?-En sí, Nathan no era feo, pero no entendía que no lo quería a él.

-No, Nathan. Ni hoy ni nunca.

Cogí el brazo de Nicky y la obligué a correr conmigo hasta nuestra clase. Lamentablemente, Nathan se sienta a mi lado, pero por suerte Sor Martha no lo deja conversar durante sus clases.

Cuatro horas pasaron, y ya me moría de hambre. La comida de la sirvienta no era especialmente buena, pero no tenía nada más para elegir, mamá era muy estricta con mi dieta.

Salgo del colegio de la mano de Nicky, su mamá la espera con una sonrisa... y la mía con el ceño fruncido.

-Tengo prisa, Myriam, ¿por qué no saliste más rápido?- como siempre tan amable Sarah.

-Hola, Myriam-Me saluda papá con su sonrisa bobalicona.

Me abrazo a él y se ríe, siempre es tan cálido y amable.

-¡Sube rápido, Myriam!-me grita Sarah, sujetando la puerta para papá y para mí.

Dejo que papá suba primero, el móvil de mamá suena e intento escuchar qué es eso tan importante, pero es imposible el ruido de los niños saliendo es demasiado.

-¿Puede venir Nicky a casa, por favor?-pregunto a mamá.

-Sí, pero déjame hablar es muy importante- siempre tan ocupada ella...

Corro donde Nicky y pregunto si puede venir a mi casa. Su mamá nunca se niega, le gusta que seamos amigas.

Vuelvo con Nicky del brazo saltando feliz. Tal vez veamos una película o algo. Cuando llego al coche, mamá me cierra la puerta y no me deja subir, y papá se pone triste.

-Surgió una emergencia en la clínica, necesito llegar urgentemente. Ya llamé a otro chófer para que las lleve, no tardará mucho-sube la ventana y se va sin dejarme tiempo de reclamar.

Comienzo a caminar hacia la puerta. Estoy tan enojada que tengo que darle una lección, tiene que fijarse en mí, no abandonarme como a un perro. ¡Soy su hija! ¡Negra estúpida! Si no me quería, era mejor que no me adoptara...

Se supone que me tiene que querer y prestar atención, aunque sea darme un abrazo o algo, ¿no es lo que hacen todas las madres?

Llegamos a la puerta, pero no me atrevo a cruzar totalmente, me da miedo. Nunca he salido sola, prácticamente no he salido de mi casa o el colegio.

-Tenemos que esperar al chófer-Nicky se imagina lo que quiero hacer...

-¿A dónde van, chicas?- Nathan nos pregunta desde atrás sobresaltándome.

No me había fijado realmente, pero Nathan está más alto que nosotras. Tiene cara de aburrimiento o sueño, tal vez.

-¿No te viene a ver tus padres?-pregunto para entretenerlo.

-No, vivo a 5 calles de aquí no es muy lejos. ¿A dónde vais vosotras?

-¡A ningún lado que te interese!-grito.

Cojo la mano de Nicky y nos vamos caminando, ignorando a Nathan.

Tal vez, y sólo tal vez, debería darle las gracias por darme el empujón que faltaba para lograr mi llama de atención a mamá.


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⏰ Last updated: Feb 10, 2018 ⏰

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Piezas que tiene que encajarWhere stories live. Discover now