Destiny

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Tres citas, trece horas y un café. Si Tamaki no fuese tan consciente del tiempo que pasaban juntos, esa cifra hubiese sido desconocida o por lo menos, fuente de discusión entre ambos, años más tarde al recordar cómo comenzó todo.

La experiencia, tan utópica, sonaba perfecta. Una línea delgada con tintes de realidad suavizaba lo vivido entre Mirio y Tamaki; su noviazgo y relación.

En un primer catorce de febrero, se tomaron de las manos, caminando en el profundo silencio que murió lentamente apuñalado por la respiración de ambos, a besos interrumpida.

En un segundo catorce de febrero, sus manos recorrieron cada centímetro de piel, embriague de pocos en dulce pasión sabor caramelo. La inexperiencia de ambos, la torpeza del rubio y la entrega absoluta del otro. Una unión por demás esperada, tan lenta y dolorosa como su propia relación. Una con dejes azucarados con gotas de limón, aroma a jengibre.

Pasa un tercero, un cuarto; al quinto ya no los cuentan, al sexto sabe a todos los días que juntos han pasado; el séptimo es algo duro y un tanto amargo.

Para el octavo, Mirio tiene la apariencia de siempre pero algo en él se ve más maduro, más apuesto. Tamaki no puede sino sonrojarse, porque sin importar el tiempo, el sentimiento no dejaba de expandirse invadiéndole hasta desbordarse.

—No me mires así, me sonrojo—pide el rubio a medio camino que dirige a la boca de su amado.

—Y-Yo, lo siento...—se disculpa. Su mirada busca dejar de enfocarse en su novio. No lo logra, nunca le ha ganado una partida, y esa ocasión nuevamente llevaba las de perder.

—Tamaki...

Con un sólo llamado por demás susurrado, suave y suplicante; Amajiki le observa detenidamente, un objeto frío le ha invadido uno de sus dedos calzando de manera irregular, su corazón hierve, la sangre olvida seguir su flujo constante.

—Mirio, yo...

Su mirada refleja el brillo de ese peculiar objeto víctima de los últimos besos de su amado.

—Dime que si...

Amajiki sigue mudo, no por no poder hablar, falta de aire o desconocimiento del idioma, es que su cabeza olvidó cómo articular palabra. La emoción lo invade, derrite su mente y congela sus sentidos.

—¿Tamaki?

Se pregunta el rubio observando la expresión de su amante. La recordará para siempre. Toma un poco de aire, teme equivocarse y soltar alguna cursilería que termine por matar al pobre hombre que ha prescindido del idioma ante su petición de matrimonio.

—Tu copa nunca estará vacía porque yo...

—Seré tu vino—concluyó por instinto, por haberlo pensado tanto muchas noches en las que se sintió loco por hacerlo, por amor.

La línea curva bajo su nariz dibuja una perfecta sonrisa, el sonrojo sobre sus mejillas resplandece por aquellas lágrimas que caen por los surcos de su rostro. 

Inseguridad por creer que todo un sueño es, inseguridad que pelea contra la mano que le sostiene, misma que muere cuando ésta alcanza el pecho del rubio. Un latir, uno más, cada uno más rápido que el anterior, sinfonía de locura por el momento, impulsada por su amor, escrita en versos que retratan su sentir.

Él también tiene inseguridad.

Mirio la calma haciendo que ésta se comparta, que navegue por ambos cuerpos hasta perderse en el mar de sentimientos alimentado con cada segundo compartido.

Tamaki, sus pies no rozan más la suavidad de las blancas sábanas, se suspende con el viento frío que se cuela por la ventana parcialmente abierta. Es invadido por la intensa mirada del otro, conquista cada muralla dentro de él, revela cada secreto en su piel, desprende y desgarra toda duda habida y por haber. No hace falta más preocuparse por el futuro que les depara aún con Mirio sin su; sin su quirk.

—¿Te casarías conmigo?

Pregunta por demás, respuesta anticipada y baño de lágrimas que rocían un "acepto" dicho con el corazón.

Nadie sabe, supo, ni sabrá cómo es que ellos dos terminaron juntos en aquella habitación a media luz bajo la luna como testigo, fieles a sus estrellas. Tampoco tienen, tuvieron o tendrán idea de las promesas que cumplidas morirán, que olvidadas quedarán, o reforzadas renacerán. 

Más, sin importancia el tema perece, sobre él se levanta un acertijo de momentos acertados y decisiones tomadas que osan definir cual destino. 

Pero para ellos, destino era Mirio y destino, también, era Tamaki.

—Si...Mirio.

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* FIN *-*-*-*-*-*-*-*-*-*


Destiny |MiriTama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora