No podía creer que un libro cualquiera, de esos best sellers de los que todo el mundo habla y que tanto odiaba – sólo a veces-, fuese de los motores que hoy me animan a escribir esto. Ya había intentado lograr una novela extensa y diferente, pero acabó siendo lo mismo que todas, y pese a que confiaba, perdón, confío, plenamente en mis ideas, al final desistí. Quizá no esta tan mal, pero quería agregar todo lo que pasaba por mi mente y las cosas, así, ya no fluían.
Comencé a sentir empatía por la protagonista; o mejor dicho: Comencé a vivir la historia. Y es que la historia de amor profundo y diferente que se narraba en las líneas escritas por John Green, removieron en mí lo que siento por ese joven, que por esta vez, llamaremos como: Mi compañero. Así mismo, llegaron a manera de bombas seguidas los recuerdos de otros sujetos que han tenido que ver conmigo.
Él decía amarme, decía que su vida comenzaba a posarse en mis manos y que sólo era cuestión mía, el romperle el corazón en mil pedazos. Como si el mío no valiera aquí, como si mi corazón solo estuviera de adorno… como si no supiera él que la más tiene que perder aquí, soy yo y nadie más que yo. Porque al fin de cuentas, él no es alguien libre. Pero así acepté, así accedí.
Ya no sé que era peor, ni quería pensar mucho en ello. Pues me sumía en fuertes olas de depresión y alta nostalgia donde mi única salvación, tontamente, era él de nuevo. Yo me prometía a diario no volver a saber de él. Pero creo que así de sola me encuentro que, sin pensarlo, me lanzo sin protección hacia un mundo en el que sólo existimos él y yo. Deberías de sentir la sensación que invade en este momento mi pecho, es como desesperación, como encadenamiento… es algo pesado obstruyendo mis venas y mis conductos, es nervios, es amor, es dolor y frío. Es tratar de correr y encontrarlo por las calles, así poder abrazarlo hasta que me quede sin brazos y recargar mi cabeza en su pecho, para nada esculpido, pero si fuerte y grande.
Jamás comprendió mi obsesión por él. Varias veces lo manifestó tal cual. Y yo, claro que lo quería. Es más, esa venda que todo el mundo llama “enamoramiento” vivía en mi cara desde que lo conocí. Tanto, que supongo, una vez lo amé.
A veces, no estaba de humor para soportar sus desplantes, ¡porque si! A veces, quería comerlo a besos y no es broma, pero tampoco tan literal.
4 de Junio del mismo año y yo quiero continuar.
¿Qué va a ser de este escrito? No lo sé. Lo único que de verdad sé, es que seguiré escribiendo cuando quiera y de lo primero que venga a mi mente. Así que coherencia y seguimiento, aquí, no vas a encontrar.
Los Claxons sonaban en mi celular. Invierno se llamaba la canción y hoy no podía quedar mejor. Por supuesto que no era invierno en la vida real, estába a nada de llegar verano y las lluvias y el clima, aún más loco, lo comprobaba. Estaba nublado, hacía aire y sólo se escapaba uno que otro rayo de Sol de entre las nubes. La verdad es que así me gustaban los días y entre más frío hubiese mejor para mí. Prefería ponerme miles de suéteres y chamarras, antes de querer arrancarme la piel por el calor tan abrumador que se vivía de vez en cuando en la Ciudad.
Porque sí. Soy de la Ciudad de México. Es un valle muy bonito y lo amaría más, de no ser por el exceso de gente que permanece aquí; y es que venían de muchos estados en busca de “una mejor vida”. Después del “sueño americano” lo que le quedaba a gente de provincia, era emigrar a alguna de las grandes ciudades de México. Ya sea la capital o alguna otra metrópoli como Guadalajara o Monterrey. La verdad es, que siendo de pueblo pensaría dos veces en ir me él.
¡En fin! 12:32 del día y yo no me saco de la cabeza dos cosas: Mi compañero y” Bajo la misma estrella”. Él no sé dónde esté. Quiero suponer que en su casa, conectando su mente a la mía y esperando esa parte de día donde yo piense en él y él piensa en mí. Nada más. Que nada se interponga y que sea todo igual que siempre. Aunque yo viviera de puras mentiras e ilusiones de las cuales, tristemente, me he dado cuenta.
El libro casi lo termino y realmente me ha encantado. Creo que se quiere poner a la par de “Como agua para chocolate” en el puesto de la lista de libros que he creado mentalmente. He leído muchos libros, menos de los que quisiera, pero lo he hecho.
“Como agua para chocolate” habla de una historia muy típica mexicana. Allá de las típicas familias del típico México de principios del siglo XX. Todo típico. Allá de la típica Coahuila en la típica Revolución mexicana con sus revolucionarios y sus guerras tan raras, que yo jamás he entendido con claridad. Mamá Elena sometía a Tita, su hija y protagonista de la historia, no la dejaba hacer su vida, ni casarse, ni hablar, ni pensar, ni ser, ni nada. Pero así era la típica vida de aquel entonces y, entonces, no se respondía, ni se alegaba, ni se chistaba, se hacía lo que decían los adultos y fin del comunicado. No esperes más. Es más, no esperes absolutamente NADA de ellos a cambio de todo lo que te piden.
Esa Tita… creo que lo que en verdad me gusta de ese libro, es al fin y al cabo, la sosa historia de amor. Ya sé, podría haber más cosas que puntualizar. Que si la guerra, que si el maltrato, que si la comida, que si México o que si la fregada… de hecho, sin todo esto, no sería todo aquello. Pese a su incomoda y frustrante sumisión y pasividad de Tita, es divertido leer a Laura Esquivel narrando la historias de una muchacha tan… “así” en un México así.
Como decía, he leído varios libros y de muchas cosas… pero estos dos libros de que se me meten en el corazón a como de lugar, se me meten.
No soy una persona cálida, de hecho creo ser de las más frías de la Antártida. Quizás no tanto. Pues cuando comienzo a sentir amor me desvanezco en todo lo que prometí, no ser. Me gustan las malditas cursilerías y los detalles románticos a más no poder y soy ferviente creyente de que los momento románticos, la mayoría de las veces, se crean conscientemente. De que hay que agregarle un “algo” para que después se vuelva espontaneo. ¡Como amo la esponeidad! Y qué no decir de las sorpresas. Son muy reconfortantes y siempre te hacen sentir bien, te sacan sonrisas y emociones, a las que sólo les encuentro parecido a enamorarse o a eso que se siente cuando estas con alguien que quieres y se comienza a olvidar todo.