II

41 4 4
                                    

Había tratado de prestar la sufiente atención a su profesor, pero su mente insistía en desviarse hacia otros lados, mostrándole cada segundo aquellas imagenes tan atroces. Sólo pensar en ello su cuerpo se estremecía provocando que el miedo lo envolviera. Pero con todo, la idea de acudir a la policía no se apareció en sus perturbados pensamientos ni una sola vez.

— ¿Biblioteca?

Preguntó unos de los jóvenes de su clase. Él asintió por respuesta preguntándose a la vez donde estaría aquel rubio llamado Jimin, quien días atras lo estaba molestando; viendo de reojo como el joven antenrior se marchaba sin él. Su mente no tardando en volver a lo mismo.

Te observo...

Esas palabras lo hacían estremecer de sólo recordarlas. Era evidente que quien fuera el responsable de aquellas llamadas y mensajes constante, sabía que él había visto todo. ¿Qué clase de persona era esa? ¿Un acosador? ¿Un psicópata? ¿Un asesino en serie? Pero no lograba entender eso último.

Por más que le dedicara todo el día a sus pensamientos no hallaba una buena explicación a aquel acontecimiento. Aun no se explicaba ¿por que a él? Era un chico común, sin nada que le hiciera sobresalir. Un joven estudiante, amante a la fotografía, con personalidad discreta. ¿Por qué alguien se dedicaría a seguirle?

Pero ese era un simple detalle que él no queria aceptar. Lo cierto es que desde aquella noche fría, con luna llena, todo cambio. ¿Qué esperaba luego de ver morir a unas cuantas personas? Sabía que los asesinos estaban tras él, pero en ese momento no lo pensó así, aunque claro que luego de lo que ocurrió ese día no tuvo más remedio que comenzar a investigar por su cuenta.

Alrededor de las dos de la tarde apareció el rubio, para entonces sus pensamientos ya habian cesado un poco, si bien sólo dejaría al joven estudiar con él unas horas para luego irse de allí.

— ¡Vaya!, tenemos que estudiar mucho.

Comentó el rubio, llevaba una malteada de fresa en las manos y una bufanda roja de cuadros, alrededor de su cuello. Jungkook se cuido de no responder mordazmente, aun si era lo que deseaba en aquel momento.
El rubio tomó asiento frente a él y prosiguió a leer el título de algunos libros. Y entre intercambiar opiniones, hacer algunos ejemplos y de vez en cuando echar una ojeada a las personas que llegaban se les fue el resto del día.

No iba a decir que fue agotador explicarle unas cuantas cosas al rubio, puesto que entendía la mayoría de las cosas que esté no. Claro, había cosas para las cuales los dos necesitaban ayuda. Sin embargo, ese día Jimin se había negado en recibir clases de otra persona que no fuera Jungkook, a lo cual este sólo pudo sonreir sin ganas. La verdad es que le daba igual lo que esté pensara. No era como si le importara su opinión o la de los demás. 

—Te lo pagaré.

Repuso al momento que Jimin le preguntaba sobre sus audífonos, que días atras se había llevado pensado que eran los de él y sin querer había destrozado. El rubio negó con la cabeza, masticando goma de mascar.

—No te preocupes. Tengo otros en mi casa.—Rió brevemente.—Será mejor que te vayas a casa. ¡Ya es tarde!

Y no tenía que decírselo. Sin embargo se sentía avergonzado por el echo de haber roto sus audífonos.

— ¡Jungkook!

Llamó el rubio, observando como el nombrado colocaba cabizbajo sus pertenencias en su mochila.

—Dime...

— ¿Quiéres que te acompañe?

Jungkook negó levemente a la petición de Jimin y colando el bolso en su hombro se marcho, no sin antes darle unas palmaditas en el hombro al rubio, quien sólo entrecerró sus ojos viéndolo salir de la biblioteca, para luego sacar su celular y marcar en el.

No supo en que momento sus pies lo arrastraron a la salida de la biblioteca. Su cabeza no dejaba de repetir aquellas imagenes mientras andaba en silencio por la calle, chocando con personas que nisiquiera se detenían a mirarlo. Cada quien metido en sus propios asuntos, pero eso no era algo que le molestara. Así era la vida y no le importaba. Fue en ese momento, un poco más lúcido ante el descubrimiento, que calló en cuenta hacía donde lo había dirigido sus pasos.

No a su hogar. Sino al lugar donde aquel hombre había sido acribillado. Y lo comprendía. Quería ver de nuevo aquel lugar. Quería borrar todo su rastro de ahí. Quería regresar el pasado y no haber estado en ese lugar. Quería. Quería.

Caminó un poco más, con la cabeza gacha, en dirección a unos botes de basura, intentando pasar desapercibido. Hubiese preferido comportarse con un poco mas de dignidad, incluso con algo de dureza, pero una vez se vio en el lugar exacto donde el hombre había muerto suplicandole por su vida; su lado temeroso, ese que intentaba mantener bajo perfil a mayor parte del tiempo, salio a flote. Y sin más se colocó de rodillas llorando al recordar como el hombre suplicaba clemencia y no solo por eso, sino porque había cometido un error muy grande ese día, porque estaba aterrorizado por la persona que le dejaba constantemente mensajes aterradores.

No supo cuanto tiempo se mantuvo observando ese lugar, sollozando de una manera patética. Poco después entreabrió los ojos, vislumbrando una figura frente a él, pero fue incapaz de desesperarse, puesto que sentía su cuerpo hecho polvo, exhausto emocionalmente.

—Jungkook...

Susurró la figura frente al él, a la vez que cerraba sus ojos, dejando que sus pensamientos se lo llevasen. Aunque, por alguna razón, sabía que esa persona era importante. Sabía que debía... debía.

—¡Joven! ¡Despierte!

Escucho una voz ronca y al parecer muy molesta, la cual hizo que sus pesados párpados se abrieran de golpe, sólo para toparse de lleno con un hombre delgado. Al parecer había perdido el conocimientos pocos segundos atras, y lo confirmo al sentir todo su cuerpo en el frío suelo.

—Está prohibido entrar aquí a estas alturas de la noche.

Informó el hombre, con evidente mal humor. Se incorporo entonces, algo aturdido y sintiendo los ojos hinchados. Iba a vociferar alguna excusa de mala manera pero decidió mantener su pico cerrado y más cuando vio la hora en su reloj de mano. No era tan tarde pero de seguro sus padres ya estarían preocupados, pues no iba en su personalidad llegar tarde a su hogar.

No obstante, se vio fuera de aquel puerto, donde los barcos acudian a dejar embarcaciones y mercancías, en la casi oscura noche la conocida sensación de ser observado se apoderó de él. Se volvió de golpe, mirando en todas las direcciones, suspirando al no ver ni una sola alma a la vista.

Pero la sensación seguía ahí. No le quedaba ninguna duda que esa voz llamándolo no era otro que el mismo tipo de los mensajes amenazantes.

Se mordió el labio inferior, notando la piel de gallina. El miedo al punto de hacerlo correr en busca de su familia. Como pudo comenzó a caminar, mirando en todas las direcciones, temeroso y sin dejar de sentir que lo observaban desde lejos. Una parte de él deseando enfrentarlo, pensando en que debía ser valiente, en que nada ese día podía ser peor. Pero se equivocó al percatarse de unos sonidos de pasos justo detras de él.

Se paralizó durante un segundo, sólo para escuchar aquellos pasos cada vez más cerca de él. Y entonces fue capaz de echar a correr, siendo sus movimientos entorpercidos a causa de la nieve. Conforme aumentaba su escasa velocidad podía sentir como la otra persona se acercaba más a él. No había nadie a la vista. Ni un jodido policía.

Fue entonces, que sin dejar de correr y con los dedos temblorosos, sacó el móvil del bolsillo de la mochila, marcando el último número que salía en pantalla.

— ¿Jungkook?—La voz de jimin se escucho luego de dos pitidos.—¿Cómo haz llegado a casa? ¿Bien?

—¡Jimin!— Chilló, casi sintiendo el aliento del otro contra él.—¡Ayudame, Jim..!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 12, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Infiltrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora