Descubriéndote.

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Estaba totalmente quieta, con la vista perdida. Sentada en mi recámara y con mi móvil en la mano, esperando ansiosamente a que vibrara.

Luke lo había entendido. Seguramente llamaba a Lea y la invitada a ella. Jamás lo había dejado solo en medio de tan seria conversación y no negaba que me sentía mal, pero él no me iba a escuchar. No importa cuanto tiempo me hubiera quedado con mi mejor amigo. Sus cicatrices eran muy profundas como para curarlas sola. Y no servía de nada pasar otra noche con él. Claramente yo me adelante y llamé a Lea para que pasara la noche con él. Deberían estar juntos ya, y yo tenía este especie de cita con Jey.

Tampoco sabía muy bien como definir aquello. Compartía piso con Sam, su compañero de universidad, y ambos iban a dar una fiesta. Jey me llamó para invitarme. Yo no supe que decir. Se tomó mi respuesta como positiva.

Por eso, estaba en mi casa, esperando a que pasara por mi. Debería estar en el patio trasero en unos minutos más. Pero el minutero parecía no moverse y el tiempo se congelaba. Estaba muy nerviosa, y eso era poco común en mi. Me regañaba constantemente por eso. No podía ser que un chico me causara esos sentimientos. Era mi ley número uno "Sin sentimientos"

Aunque, claro, eso era solo para amigos con privilegios. Jey no era eso. Y tampoco quería que lo fuera. No quería tener esa relación otra vez. Son una mierda. No son nada, pero si son algo, solo que cuando se termina quedan en finalmente haber sido siempre amigos, nunca algo más. Es patético. Es un juego de roles, y puedes ganar como perder. Depende de como lo juegues, y con ambos lugares te sientes peor que cuando empezaste. Yo había tenido suficiente.

Pero estaba allí, esperándolo. ¿Qué era eso?  No tenía rumbo ni dirección.

Joey me llamó justo en ese momento. Me lleve un buen susto. Fue tan repentino. Conteste cuando mis respiraciones se calmaron.

-¿Donde estás? -Pregunte al contestar.

-A dos cuadras de tu casa. ¿Estás lista? -Parecía agitado, y un fuerte ronroneo se escuchaba como música de fondo. Parecía una...

-¡Demonios Jey! ¿Me vienes a buscar en una moto?

-Si. ¿Qué con eso?

Ay, mierda. Si agudizaba el oído ya la oía, cada vez mas fuerte. ¡Demonios!

-¡Vas a despertar a mi madre! -Sise contra el teléfono.

-Ay, no me digas que eres una chica buena, que aún le pide permiso a sus padres para salir, y si no le dicen que si, no sale. -Rió.

-Hablo en serio Jey. Apagas la moto y la tres en silencio.

Resopló. Pero poco a poco el ronroneo cesó.

-Gracias -Murmuré con honestidad.

-Ya estoy en la dirección que me diste. ¿Dónde estás?

colgué y me asome por la ventana, solo para verificar.

-¿Jey? -Susurré, sintiéndome como una completa idiota.

Escuché su risa ancestral en lo oscuro de la noche, pero no lo veía por ninguna parte. Repetí su nombre, ahora con un tono amenazador y su rísa subió de volumen.

-¡Cállate! Vas a despertar a mi madre. ¿Donde demonios estás?

-¡Aquí abajo! -Se estaba partiendo de la risa. Enfoqué la vista y poco a poco una moto negra, con rayas rojas oscuras apareció justo debajo mio. Y Jey a su lado.

Llevaba una sudadera blanca, sin manchas y larga. Unos pantalones sueltos de jeans, negros como la noche. Unas zapatillas igual de negras y el cabello despeinado. Un cigarrillo en la boca, y la otra mano en su bolsillo. Me sonrió desde su posición y me dedicó una reverencia de príncipe, como si yo pudiera llegar a ser una princesa...

Libertad al amanecer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora