Bienvenida a mi castillo

225 12 0
                                    

Alcanzo a recordar la vida que dejé en la Tierra, yo era como tú, solo otro del montón pero ahora soy una especie de dios habitando muy lejos de aquellos mundos y planetas que tu mente sea capaz de llegar a contemplar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Alcanzo a recordar la vida que dejé en la Tierra, yo era como tú, solo otro del montón pero ahora soy una especie de dios habitando muy lejos de aquellos mundos y planetas que tu mente sea capaz de llegar a contemplar. No tengo rostro y no me importa puesto que sé que no lo necesito, con mi boca proyectando una sonrisa perversa y mi físico marcado es más que suficiente para que todas caigan arrodilladas ante mis pies.

Llevo bastante aquí pero una vez que te transformas en un ser inmortal ante el tiempo este se vuelve relativo. No es adecuado que hable de días o noches puesto que en mi dimensión da lo mismo un segundo, un minuto, una hora, una semana o incluso un año ya que son inventos humanos de los que no me vuelvo partícipe, todo es simplemente la existencia cuya función yo utilizo para fornicar, eso es la única razón por la que el maestro de la lujuria, Asmodeo, me trajo aquí y no mandó directamente a caminar sobre el fuego del infierno a esta alma abominable que confía sus pensamientos al papel. Todo es muy divertido y radiante, sensaciones no descriptibles del todo y que sólo conoce quien se ha atrevido a participar en el dulce placer, aunque, siendo libre de redactar lo que sea que se me antoje, debo confesar que igual y si es algo que presenta pizcas de monotonía conforme lo pienso con mayor detenimiento en la contemplación abstracta de mi habitación.

No me mal entiendan, no me siento atormentado ni melancólico en lo absoluto; me encanta divisar el cielo rojizo carente de fin, sentir el silbar fantasmal del viento fresco que en todo momento está meciendo todas las cortinas de terciopelo en cada ventana de mi castillo, descansar por siempre sin recibir castigo por mis acciones y sobretodo propiamente lo más obvio y que los hombres humanos envidiosos anhelan; derramar todo mi libido sobre cada mujer joven a mi disposición y saber cómo enloquecen al besarme. Ese impulso me controla como a ti el máximo filo del espada atravesando tu piel pero en efecto contrario y que produce bien, una emoción fuerte que me hacer retorcer pero en este caso es realmente de gusto. Sí, no me molesta tampoco explicar con lujo de detalles las cosas que hago con sus cuerpos desnudos en mi cama, pero vaya que eso ya todos los que me conocen lo saben perfectamente, por ello, me enfocaré en dos detalles que no pueden tomar en cuenta a causa de que los ignoran, no obstante a alguien se le han de haber ocurrido alguna vez;

El primero es que últimamente he estado coleccionando el alma de chicas muy especiales entre las que con orgullo puedo nombrar en un lugar destacable de mi extensa lista de nombres. Anoto a cada chica que he capturado bajo mis encantos físicos y mágicos que resultan ser irracionales. A parte de trescientas comunes ahora tengo a Jane The Killer, Sally, Zero, Jill, Alice y Nina The Killer presas bajo mi poder, ellas pasaron de ser las más despiadadas, letales y temidas asesinas a tan solo otras damas sumisas a mi voluntad por causa de mi hechizo, nadie puede romper la cadena de la magia que domino con completa calma, y si se cuenta cada maldición que uso a mi beneficio tal vez se obtenga una colección de hazañas tan grande como para llenar el espacio de cualquier estante intangible.

Aún así, ellas tienen un lugar más especial que cualquiera de las otras por supuesto, sus nombres fueron aquellos que brindaron el peor terror del mundo durante mi ausencia en él, por eso siempre me acompañan casi sin prendas hasta mi trono desde dónde pretendo echarle un vistazo a la Tierra para calcular cuando y donde cazar a mi siguiente víctima, no pueden oponer resistencia alguna, su tranquilidad es mantenida pues puedo ser y, de hecho, seré siempre el amo compartido.

El segundo detalle es que esa rutina se rompió cuándo noté a las afueras de mi lujoso hogar a una chica, me sorprendió demasiado pues era preciosa cual ninguna que haya llegado a conocer con anterioridad en mi extenso período siendo Sexual Offenderman o, inclusive, la patética realidad ya extinta de mi antiguo yo. La mujer que se aproximaba con firmeza logró captar mi atención instantáneamente, puedo saber cómo sus ojos son dos esmeraldas a la espera de que les contemple de cerca, lleva puesto un vestido de estilo victoriano igual de verde que los atrapantes ojos y por ello los resalta muy bien. A la vez también sus femeninas curvas adquieren un aspecto impresionante debido al mismo, puesto que, por sí solas ya son una hipnotizante ondulación. Tiene el cabello lacio y castaño oscuro. Su rostro está conformado enteramente por una fina piel palidecida. Usa un par de guantes sin dedos que increíblemente a pesar de parecer ser tela descontinuada hacia el vestido elegante quedan muy bien y luce más sensual. Es tan bonita que... No será otra esclava sexual sino mi esposa...

Siento el dulce veneno en mi boca que continúa con el hechizo que me permite tener a las otras chicas bajo mis órdenes mientras que mi corazón deja de latir por unos segundos y por ende vacila pero no es nada de que alarmarse todavía. No sé que pasa pero aquella visión más que angelical se acerca muy sonriente y llena de gracia, caminando lentamente pero con convencimiento hacia la reja metálica que indica los límites exactos de la longitud del terreno de mi morada, de tal manera el viento que jamás se habrá de cansar de soplar mueve su cabello. Por primera vez una musa me emociona con sobrenatural locura previamente a que yo haga esto mismo con ella y le demuestre mi pasión entre las sábanas.

EL AMOR DE OFFENDERMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora