El día de hoy llegué un poco tarde a la librería.
¿Te diste cuenta?
No lo creo, nunca te das cuenta.
Me acerco nuevamente a donde estás y te pido un libro de suspenso.
Me miras, tú me observaste durante unos segundos antes de fruncir el ceño e ir a buscar lo que pedí.
No fue un sueño, realmente me miraste.
Cuando volviste, seguías con el ceño fruncido.
"Esto no es lo que pides siempre." dices.